jueves, 24 de noviembre de 2011

EL ATRACO


Todo se pudrió de verdad cuando entraron a afanar, el enorme perro de mi hermana que ingresaba en la casa cuando llovía se lo llegaron a aguantar, pero cuando entraron los cacos terminó para la mierda. Fue una situación bastante confusa. Un sábado a la noche en la casa no había nadie, y a la mañana siguiente me llama mi hermana que en la puerta se está produciendo un escándalo, porque en la casa de adelante habían entrado los chorros. Por suerte el tráfico estaba suave un domingo a la mañana y no tardé más de 20 minutos en llegar. La primera impresión fue ver un patrullero y un grupo de unos 15 vecinos, incluidos como 10 niños en derredor de la puerta del que ahora podríamos nombrar como conventillo, y más adentro, Jéssica y Mirna peleando a los gritos. Yo hacía meses que había dejado de tener comunicación con Mirna, (con su madre era la que arreglaba el pago del alquiler) y con Myriam y Jéssica tenía un trato solamente comercial. Raúl se había montado el taller en su departamento y el pibe de arriba había partido también, por lo que aproveché la oportunidad de tener el sector de atrás vacío para hacer algunas reformas. Los trabajos los hacía yo con un amigo, es decir, quería cambiar una puerta corrediza de doble hoja, por una puerta vieja de reja con vidrios, una muy linda puerta, algo que veía hacer en la obra permanentemente, miraba como realizaban los trabajos y luego iba a la casa con el Mario y los realizaba, pero una mierda, solamente quitar el armado de yeso y malla desplegable que hacía de tapa-rollo fue un bardo. La estructura cayó completa tirando en su paso una estantería de 5 tablas repleta de papeles. Ordenar eso demandó el triple de trabajo del que pensábamos hacer, encima esa maya de mierda que cortaba y uno que trabaja en la construcción entre otras cosas proveyendo elementos de seguridad a los obreros, no se provee a sí mismo ni un puto guante, y todos los dedos sangrando y se hizo la noche, y quedó ahí tirado el escombro y los papeles por tres días, y el boquete completamente abierto por una semana, y la puerta vieja que no entra, y traer la soldadora, y cortar con la amoladora, y todo pesa, se estira y van tres semanas, cuatro semanas y la casa sigue abierta de par en par y vienen a chorear y ahora estamos el domingo a las 10 de la mañana armando un verdadero quilombo en el barrio. Jéssica acusa a Mirna en primera instancia y en segunda a mí, y hasta en tercera desconfía de mi sobrino. Myriam no estaba ni había dormido en la casa, Mirna en cambio había llegado a eso de las 7 AM con un tipo y un escabio importante. Cuando entró vio la luz del fondo prendida pero no se percató ni pensó nada raro, se encerró en su pieza y se tiró con su macho en el colchón que estaba directamente sobre el piso, mientras se besaban y se toqueteaban se iban arrancando la ropa y por fin pudo ver toda esa enorme cantidad de carne ahí delante y para ella sola.

La historia había empezado en la barra del Salón Pueyrredón no hacía más de tres horas. Ella apoyó sus codos y se puso de espaldas al barman. El pibe estaba tomándose una de litro, tenía una gorrita con la visera hacia atrás, un bigote que le bajaba hasta los costados de la pera y el pelo lacio y negro que le asomaba unos 10 centímetros. No hubo mucho, un comentario gracioso de parte de él, no más de dos minutos de conversa, un par de miradas y a los besos, el pibe fue bastante directo, le empezó acariciando la cadera y mientras tocaba y acariciaba fue deslizando su mano por debajo de los elásticos de la pollera y la bombacha, luego la llevó hacia adelante, apenas hurgó entre los pelos y supo ubicar el dedo mayor en el lugar preciso, la cosa se jugoseó de una, el pibe la besaba en la boca en un frenesí de lenguas y se le fue acomodando por atrás, con el fin de apoyarle un poco lo suyo entre sus nalgas, sin dejar de acariciar suavemente. Mirna estaba a punto de entrar en ebullición, y debía dejar de besar un poco para dar lugar a unos suaves jadeos que le eran imposibles de ocultar. La rescató su amiga Celes, pues era demasiado aquello, ella la vio desde lejos, con la pollera ya bajada y su sexo solo tapado por la mano de su chongo y encima ella tan libre y suelta que cerraba los ojos y abría un poco más las piernas. Celes se acercó casi corriendo y Mirna sintió bronca al ser interrumpida en su éxtasis, pero al abrir los ojos de golpe y poner los pies sobre la tierra se dio cuenta que estaba haciendo cualquiera, sobre todo cuando sintió el primer flash fotográfico, realmente no daba para más. Se acomodaron un poco la ropa y fueron hacia el costado del escenario, un huequito que había ahí con una especie de asiento. Se sentaron uno al lado del otro y siguieron con los besos, luego Mirna metió la mano por debajo del pantalón y no lo pudo creer, había sentido algo importante mientras el pibe la apoyaba en la barra, pero cuando Mirna la agarró con la mano se quedó asombrada, lo primero que hizo fue rodearlo desde la base y casi no llegaba a unir sus dedos, y todavía parecía no estar lo suficientemente dura. Apretó un poco como si quisiera confirmar lo que tenía en sus manos y fue acariciando hacia arriba. Ahí empezó a molestar el cinturón, por lo que Mirna quitó su mano y miró a los ojos a su muchacho. Es impresionante. Le dijo. ¿Te gusta? respondió habiendo podido mostrar al ancho de bastos sobre la mesa. No hay trucos. Todos estamos a gusto. Dijo mientras acariciaba quizás un quilo, no pudo saberlo, pero de hecho unas enormes, blancas y suaves tetas. Mientras, acompañaba a la mano de Mirna a desabrochar el cinturón. Mirna casi parecía desesperada por ver el tamaño del chisme. A pesar de que el lugar era oscuro algo de luz había, y mucha gente pasaba por alrededor y también pasó Alexis, que se acercó a ese lugar oscuro que ya conocía para hacer una de sus tranzas. Alexis en su distracción se aproximó demasiado, y cuando observó aquel miembro enorme erecto se sorprendió, pero mayor fue su sorpresa al distinguir que Mirna era la que tensaba los cables para sostener el mástil. Se quedó sin pronunciar palabra alguna y se hundió rápida y certeramente en un abismo. No hacía más de una hora Mirna le había tirado la goma en el mismo lugar donde ahora estaba sosteniendo ese pedazo de bestia, es que Alexis sentía amor por Mirna, hacía como dos meses que venían curtiendo y nunca se imaginó que el único amor que ella tenía era por sus convites de cocaína. De golpe se quedaban un par de días de gira y el pobre Alexis pensaba que era por él. Qué iluso. Mirna también se sintió mal en ese encuentro. Realmente no daba ser tan cruel. Se paró, se acomodó la ropa y simplemente dejó todo atrás. Atrás salió el pibe después de abrocharse los pantalones y la siguió hasta la calle. No estaba bien Mirna, su encuentro con Alexis, que todavía seguía ahí parado con el papelito en la mano y el cliente a su lado, la había dejado medio nerviosa, pero la ebriedad que olvida rápido, más la simpatía y por sobre todo la HOMBRÍA de este muchacho que poco importaba que se llamaba Yona, hicieron que sus penas se vayan disipando en el transcurso de no más de tres cuadras, luego hubo un poco de besos y decidieron que en vez de gastar en el telo los 50 pesos que disponía él, comprarían un par de birras e irían en un taxi a lo de Mirna, encontraron un maxikiosco 24 horas, se subieron al taxi y encararon para Florida. Abrieron la primera mientras iban viajando, e incluso prendieron un pucho, el chofer también prendió uno, en el taxi se toqueteaban al límite, pero todo dentro del juego, permanecían conversando con el chofer, tomando la birra y fumando, y por momentos metiendo al chofer en un juego absurdo, ¿Y acá arriba te encontrás con cualquier cosa no?

Vos no sabés las cosas que he visto, decía el tipo, y mientras tanto Yona le tocaba la teta a Mirna y Mirna medio que se dejaba, medio que no y entonces con el pucho en una mano y la birra en la otra no hizo más que pasarle la birra, Yona también estaba fumando, por lo que tuvo que dejar de tocar. Un par de risas, un par de besos, todo el juego no pasó a mayores, quizás estaban tratando de llegar a la casa y explotar, deleitarse por un par de horas sin que nadie los joda, y su juego se fue incrementando hasta que el último tiempo del viaje se la pasaron apretando, sólo apretando y tomando birra de a tragos. Cuando llegaron a la casa ni se percataron que la luz de la pieza del fondo tenía la luz prendida. Por las dudas pasaron sigilosamente al primer cuarto, armaron un porro y se desparramaron en la cama. Casi ni tenían ganas de fumar, solamente querían disponer por fin de tanta carne toda junta, Mirna tenía eso delante suyo, lo agarraba con las dos manos y todavía le quedaba punta para sobar, incluso el tamaño de la cabeza, era enorme! Estaban de piernas cruzadas sobre la cama y Mirna sabía como jugar, el pibe dio unas buenas caladas al porro, tomó otro trago de birra y se dejó llevar. Empezó a jugar el también con sus dedos abajo y despacito se fueron acomodando en un perfecto 69. Al fin ella sólo con eso, para ella sola, sin ni siquiera tener que soportar ninguna mirada, ni la de él. Podría hacer todos los gestos que quisiera, podría liberar el glande y lamer por todos los recovecos, detenerse a mirarlo nuevamente, masturbarlo un poco, un poco más de besos y probarlo hasta el límite de la garganta, podría hacer eso y mucho más, que ahora el muchacho tenía con que entretenerse. Realmente esa posición era la mejor para no mirarlo, que haga lo quiera, me tiene sin cuidado, con esto para mí tengo más que suficiente. Realmente disfrutaba pasárselo por la cara y la boca y por sobre todo hacerlo despacio y dándole placer como para que escupa en el momento justo, de eso se trataba el juego, contenerlo, estirarlo y estimularlo, increíblemente los de buen tamaño eran los que más tiempo le daban para jugar, e incluso una vez había tenido uno descomunal y no lo había podido hacer entrar en acción, y se había sentido mal por eso, era el riesgo, pero acá eso no pasaba. Y en eso estaban, dándole interminablemente al asunto, cuando escucharon la puerta de entrada. Uno de los códigos que tenían entre las chicas, era respetarse la intimidad a rajatabla, y por nada en el mundo serían capaces de interrumpir una sesión de garchoteo, ambas sabían expresamente lo que significaba eso. Mirna escuchó la puerta de entrada, como otras tantas veces en que había escuchado la puerta y luego voces de Jéssica y de hombres, pero esta vez fue distinto. Por aquí oficial, por aquí. Escuchó decir a Jéssica. Esa palabra hizo que todo tipo de situación erótica se terminara como si hubiese una alarma de tsunami. Lo primero que hizo Mirna fue quedarse dura y evaporar todo vestigio de alcohol y calentura de su cuerpo, tardo en esto unos 5 segundos. Luego se dio vuelta repentina y sigilosamente, se paró y guardó en el cajón la piedra de marihuana que tenía abierta sobre el escrito. Le hizo Shh! con el dedo a Yona y siguió así en bolas, escuchando detrás de la puerta:

Como le decía Oficial, la casa se encontraba así, la puerta estaba cerrada pero sin llave, en la habitación la luz estaba prendida, cosa que me extrañó mucho... Mirna escuchó que mientras Jéssica explicaba, al parecer dos personas entraban en la casa, luego escuchó como se metían en la habitación y seguían las explicaciones. Se puso una bata de baño mientras le decía a Yona, Shhh. Ponete algo, parece que hay unos canas, dejame escuchar a ver que pasa. Decía esto nerviosamente y casi sin usar las cuerdas vocales. Yona se puso blanco y se vistió de toque. ¿No hay nada no? Volvió a preguntar Mirna mientras fue hacia el escritorio y sacó la piedra que había guardado en el cajón y la puso detrás de un enchufe, en donde guardaba también sus escasos 200 pesos hasta nuevo cobro, guardó también un paquete de sedas, un picachu y dos tucas, Yona le pasó también la tuca que había dejado en el piso. Luego se puso las ojotas, obligó a Yona a permanecer quieto y salió hacia la cocina o lugar común, para asomarse despacio hacia la habitación de Jéssica ...y los 5000 pesos los tenía acá, dijo Jéssica marcando un pequeño elefante hindú, es evidente que la persona que entró conocía la casa. Ella es Mirna, alquila la habitación de al lado, dijo apenas la vio asomar por detrás de los canas. Los chabones se dieron vuelta y la miraron. Mirna no lo podía creer. Qué carajo hacían dos policías dentro de su casa, nunca se lo hubiera imaginado. Podía tener la peor onda con Jéssica pero jamás se había imaginado que esta la iba a acusar de robo y por sobre todo, ¡Llamar a la policía!!! eso estaba fuera de todo código. Pero la realidad era otra, la cana estaba ahí. Implacable. Escuchando a Jéssica y tomando todo con pinzas, un caso que no les importaba en absoluto. Conflicto entre vecinos. ¿Cuantos casos similares? Una es más bardo que la otra, no hacía falta ser muy detective para eso, dentro de la mentalidad del cana ya la ropa de Jéssica era cualquiera, unas calzas blancas marcando todo el culo y un top sugerente, aunque tenía saquito era suficiente. Sumado esto a una denuncia a las seis de la mañana por robo, en una especie de conventillo que nada tenía que hacer en un barrio como Florida era demasiado, encima ahora Mirna que se aparecía directamente en bata desde no sabían donde. En la mente de los canas, a pesar que la denuncia hablaba de hurto, el caso era conflicto vecinal. Nada de lo que se pueda sacar una tajada ni investigar como para sumar puntos. Nada. Una simple pérdida de tiempo. Pero los canas tenían que hacer su trabajo, había una denuncia y una mujer histérica y nerviosa y tenían que cumplir con su tarea, casi una rutina para ellos. Cuando la vieron a Mirna presintieron como terminaría todo, en el mejor de los casos las tendrían que separar de las trompadas y en el peor las detendrían por unas 8 o 10 horas hasta que piensen, reflexionen y sigan con su vida, y de hecho no lo erraron. Cuando llegué yo la situación era la siguiente:

En el interior de la casa solo se encontraba Yona; encerradito y sin chistar; espiando desde la ventana los acontecimientos que ocurrían en el jardincito de adelante, cosa de la que no me enteré sino hasta algunas horas después, alcancé a ver y oír a Mirna diciendo algo así: Pero como me podés acusar de robo a mí, la concha de tu madre. Vos sos una hija de puta. Vos sos una mierda!!! Entre medio Jéssica que se defendía, quizás sintiéndose escudada por la policía: Hija de una gran Puta! Jamás te voy a perdonar lo que me has hecho, y en un segundo no más, sin que nadie pudiera reaccionar Mirna se le fue al humo y le puso un buen “sopapo piña” en la cara, Jéssica, bastante más menudita pero muy rápida reaccionó de una y le saltó directamente al cuello, se le subió encima y le empezó a dar histéricas trompadas en la espalda y los brazos y Mirna, como un King Kong, trataba de librarse de ella, pero también se iba librando del cinturón de su bata y todas sus tetas empezaron a ser parte de la escena. ¿Qué importaba aquello? Algo que simplemente daría conversación a los pequeños niños de 10 años que con sus bicicletas miraban atónitos el espectáculo en vivo. Y ahí fue que intervino la cana a intentar separar eso que se había gestado ante sus narices, dos manojos de nervios tirados en el piso del jardín delantero de una casa, bastante descuidado por cierto, gritando y pegándose piñas en una pelea muy descontrolada, encima que Mirna casi luchaba en bolas daban una cuota más de bizarreada al asunto. Los canas lograron separarlas. Realmente eran un par de fieras, de sus bocas salían los insultos más aberrantes, pero la situación de Mirna en pelotas era muy rara, insisto, los canas no sabían como hacer para no comerse acoso o toqueteo, entonces la trataban de agarrar de los brazos, y el mamut de Mirna podía con ellos dos y volvía a la carga contra Jéssica, la cosa terminó con una reducción a lo perro, medio violenta es verdad, pero nadie se atrevió a decir nada. Era la única forma de frenarlas. Un cana terminó sobre Mirna, que su desacomodada bata poco le cubría, toda su concha ahí al aire para regocijo de niños y mayores. El otro cana la agarró a Jéssica y la sacó a la calle. Luego una vecina exigió que se respete la intimidad de Mirna y empezó a increpar al cana, apenas el cana intentaba destrabarla Mirna se desataba como un gato al que le arrojan agua hirviendo, por lo que después de casi 10 minutos por fin mi hermana pudo calmarla un poco y accedió a seguir el procedimiento y la llevaron dentro del patrullero, con bata. Unas vecinas pidieron que venga la patrulla de la mujer, pues no vieron compatible que se lleven a Mirna semi desnuda a la comisaría. Nos obligaron a permanecer en el lugar hasta la llegada de otro móvil. También se incrementó la cantidad de vecinos. Hicieron declarar a unas 6 personas, entre las que se encontraba Mirna, Yona, Jéssica, Yo, mi hermana y una vecina, Jéssica estuvo retenida unas 3 horas y luego retiró la denuncia y todos volvieron a sus casas, es decir, Jéssica fue la primera en irse, fue hasta la casa, retiró el bolso con sus pertenencias y se marchó. Cuando Jéssica retiró la denuncia, la causa o lo que sea se cayó, así que todas las declaraciones eran al pedo y nos fuimos para la casa. Cayó la madre de Mirna también. Todos se quedaron como una hora más, sin mucho que decir, sin mucho que hacer, Jéssica ya no estaba, con Mirna me llevaba para la mierda, pero esta situación nos había encontrado, el chongo parecía buen pibe, con mi hermana bueno, tenía la mejor de las ondas, pero en cierta manera estaba metida en un quilombo gracias a mí, y eso no le causaba ninguna gracia, luego estaba todo el vecinaje, y para colmo apareció mi vieja, no sé, llegó un punto en que decidí la retirada, ya la tarde del domingo estaba entrada y todavía estaban en casa esperándome con un asado, por lo menos podré comer alguito de carne fría, por suerte las comidas en buenos aires se estiran y llegar a las 5 de la tarde no es tan grave. Un mate, una achurita, una birra, una seca, un puchito, amigos y amor. ¿qué más se puede pedir?.