lunes, 2 de julio de 2012


Increíble lo que estaba pasando, 50 personas en el medio de los médanos fundando Puerto Quilombo, una banda de intelectuales snobs, se podría decir en algunos aspectos, o una grupo de artistas quilomberos, según quiera interpretarse. Pero el hecho es que los años y años de laburar juntos en proyectos que no sabíamos muy bien a qué apuntaban nos habían depositado entre Cariló y Villa Gesell en esa noche de verano ahora en derredor de algunos fuegos y meditando. Desde 1998 funcionaba el grupo Etcétera, hoy casi disperso, pero con sus integrantes activos, algunos más, otros menos, pero haciendo lo que se puede, Checha quizás pasándola mal, sufriendo el síndrome de Artaud… artado de la sociedad…
¿y los demás? muchos acá. Cristian con Milena Berlín, La Negra, Ariel, Aguja, Polo, Fede, Loro, Arbit ¿Quién me queda? ¿Marquitos el Stone? ¿Dafne? ¿Orge? ¿Quiénes más de aquella época que no viví pero que ahora empiezo a pensar en una Buenos Aires pequeña como un pueblo en donde todos se conocen? y todas las cagadas que te mandaste se pagan, y todos los proyectos en los que participaste se cruzan, entonces nosotros, que estamos construyendo un mundo paralelo nos la empezamos a creer, porque a todos los lugares a donde vamos nos cruzamos a los mismos, que estamos cada uno con nuestra historia pero que increíblemente esa historia va hacia allá.
Sebastián estaba ahí. Sebastián, un tipo que te miraba a lo Néstor Kirchner, pero sin ser virola, si de copyright se hablara creo que le debería pagar la mitad de las ideas que tuve por derecho de autor, lo vi por primera vez en el 2001 en la Casa de la calle Niceto, o centro cultural el Mate, esa noche vino a dormir a mi casa y al día siguiente agitamos una manifestación en el barrio de La Boca en contra del G8, todo seguido, con Los Carniceros tocando en vivo.
Me lo crucé dos años después, en un acampe o resistencia de algo, estaba haciendo un álbum de figuritas coleccionables denunciando toda la corruptela de los centros de estudiantes de sociales de la UBA con la agrupación Molotov. Voto lo más, a molotoV. Luego, después de casi tres años de no verlo, me llamó en marzo de 2006 y me dijo sin casi decirme hola…: Strucchi… viste los pibes de Maldita Ginebra que hacían la contraferia…
Sí Sebas, Charpentier y Urruspuru… decime, ¿qué pasa? le respondí en el mismo código, como si los años no fuesen más que días, y las personas no fueran más que una misma persona, a la que se la respeta, se le responde con la verdad y se le apuesta en la construcción de una vida conjunta, entre tods, porque apenas llegamos a algo…
Bueno, en fin, hace un par años que Charpentier y Urruspuru suspendieron la Contraferia por falta de asistentes… ¿qué te parecería reflotarla un poco…
Dale, dale, estoy al tanto, me gusta la idea, vamos para adelante…
En ese momento estaba trabajando para El Culebrón Timbal, o quizás para mí mismo, o quizás para el universo, lo mismo da, cierto es que andaba haciendo un relevamiento de centros culturales en la Capital Federal y juntamos un poco de esa data, y otro poco de la data de Sebas, y partimos para la zona Barracas, La Boca, Catalinas a comentar un poco el proyecto de reflotar la Contraferia, fue una hermosa gira, más que nada como para reencontrarnos entre nosotros, caminábamos desde La Gomera a Los Compadres del Horizonte, pasando por la biblioteca de la Boca y la FLA, con una pequeña propuesta, y charlábamos y birreábamos y caminábamos. El Sebas y yo decidimos en esos tiempos que íbamos a hacer algunas cosas juntos. Sobre todo las más sinceras, es como que nos juramos una desconfianza eterna, así era la cosa con el Sebas. Así de hermosa. Un Ying y Yang permanente, pero encontrándonos en Ying, en Dionisio, en el aura, en el vamos para allá sin saber muy bien a donde queda…
Luego todo fue un poco más virtual, veníamos embalados con Poesía de Miércoles, Javito, Ábalos, Nadia, Juan X, y Om, y las ferias de discos independientes que armaba EZE en La Tribu a la cual estábamos empezando a meter libros, entre tods empezamos  a darle masa, VAMOS A POR LA CONTRAFERIA y así es que cuando llegamos a la puerta de la feria del libro tradicional éramos como 15, y estaba Charpentier también, y Merluza, y Diego Rojas y Anahí y Martín, y la FLA y Eloísa y Arbit y Guillo y Raymond y Xuan, y Dafne y no sé cuantos más, o si no estaban era como que estaban porque todos estábamos ahí empujando el proyecto desde algún lado… No era que estábamos contentos participando de esa primera FLIA, estábamos eufóricos, todas las reuniones eran acompañadas por hectolitros de birra y la gente que simplemente llegaba con algunas ideas se autoexpulsaba al caer en ese núcleo eléctrico formado por diferentes neuronas que chocaban sus cargas produciendo cortacircuitos que emanaban su energía hacia los cuatro costados, hacia arriba, hacia abajo y hacia las diagonales también, difícil parecía meterse ahí adentro, difícil, pero no imposible, era como meterse en un pogo, una vez adentro no podés permanecer quieto si querés que la cosa continúe, pero tampoco podés estar mucho tiempo porque te cansás, ¿cómo sostener ese pogo? estando, invitando, aguantando, buscándole la vuelta…
La realidad era que no nos aguantábamos más, teníamos como un deseo y una necesidad de mostrar nuestro arte y no teníamos posibilidades, veníamos de capa caída, el 2001 había pasado y había pasado el 2002 y el 2003 y el 2004, y el colectivo de la revolución se estaba yendo, primero se habían subido los del PO y los partidos de Izquierda, en la parada de Parque Centenario durante la Asamblea Interbarrial, no quería avanzar el colectivo con tanto peso, y nadie se quería bajar… Nuevos Colectivos, esa fue la respuesta, más ágiles, más rápidos, más chicos, y con menos experiencia… todo eso en un contexto político nacional que también se estaba modificando: como en un equipo de vóley, Duhalde rota dejando la conducción a un perejil que nadie conocía, un tal Néstor Kirchner. No va más. Te cargaste a Kosteky y Santillán. Dual derrota, es nuestra oportunidad, pero la dejamos pasar, lo dejamos al perejil, vino con pilas, sacó la fotito de nuestro abuelo que nos violaba de la billetera, qué sé yo, el país estaba desarmado y todos los lugares que existían para contenernos no existían, hasta incluso habían prohibido el rock en Buenos Aires después de Cromagnón. ¡El RockandRoll!, parece increíble, pero lo habían logrado, y las bandas intentaban juntarse, las Músicos Unidos por el Rock, la Unión de Músicos Independientes, pero no me quiero meter en la música, ya bastante teníamos nosotros los escritores, ¿Cómo poder decirle al mundo que escribimos? ¡Cómo decirle aunque sea a un editor que escribimos! Nuestros libros ahí realizados y nosotros, los escritores, teniendo que ir a los bares y plazas y playas a decirle a la gente ¡ey, somos escritores! ¡Queremos escribir!
La FLIA en la actualidad es una Feria del libro Abierta, se realizan una veintena de FLIAs en diferentes ciudades de la Argentina, algunas como La Plata, ya están haciendo la décima, hubo FLIAs en Santiago de Chile, en Bogotá, en Montevideo y en más de 20 ciudades de Argentina y dicen que se está organizando una en Istanbul, instituciones como la SADE o incluso la SEA, dejan fuera a montones de escritores, ahí estamos nosotros, no porque no queramos sino porque no tenemos otra posibilidad, no tenemos dinero ni trayectoria, ni sabemos donde queda la sede, de la Sea o la Sade, o la sado pero somos muchos y sabemos organizarnos, despacito, editamos libros, de los pibes y pibas que están escribiendo, por todos lados, como conejos, por suerte.
El Sebas era de esa escuela, de la escuela de Mangieri, no por nada lo llevó a conocer esa primer FLIA, El Sebas llevando al viejo Mangieri del bracito a conocer la FLIA, y luego a la charla, a la que no fuimos más de diez personas, meses después murió Mangieri, un tipo al que le di la mano y lo escuché hablar en la primera FLIA. El Sebas era todo, no por nada tenía esa miradita de Néstor mientras se rascaba la barba y decía simplemente una ironía, no, es que no era una ironía, Sebastián venía y te decía: el gordo éste está en mi casa todo el día comiendo y no hace nada y se le rompe el inodoro y apaga la luz de la casa y se va, yo no entiendo nada como es esto Strucchi. ¿Somos escritores independientes o qué?
O qué, era seguramente la respuesta. Las nuevas generaciones del blog. Del fotolog, del second life, del Facebook, del Twitter, de lo que sea, pero seguimos haciendo libros viejo, los escritores queremos hacer libros, que los editores hagan e-bock, yo quiero libros. A la mierda.
Dentro de todo lo que fue la vorágine del arte en la década del noventa, el grupo Etcétera supo hacerse de un lugar a través del arte político. Las acciones junto a la agrupación H.I.J.O.S. durante los Escraches, -y ahí me podría adentrar dentro de una disputa que ocurre en lo que es el nacimiento del los Escraches, diciendo que el grupo Etcétera tiene una alta influencia en ese concepto- sin dejar al GAC afuera, ni a los Iconoclasistas, aunque en esa época eran parte de lo mismo, todos, los Escraches, HIJOS, etc…
En fin, Etcétera, como todo grupo fue mutando y en el 2005, durante la cumbre en donde vino Bush a Mar del Plata, surgió desde sus entrañas el Errorismo, por error…
Loro y Fede habían tomado ese concepto, y recibían muchas críticas al respecto, pues varias galerías y muestras de arte del mundo intentaban “comprar” ese arte político, pues el concepto en ciertos ámbitos del mundo artístico de vanguardia se basaba en eso, comprar idea, ¿Pero como se compra una idea? ¿un concepto? Fede era por sobre todas las cosas un buen “actorcida” y Loro era estrategia pura. En eso se basaba el Concepto. Vender la “no obra”, pero recibir dinero en euros, y exponer obra también, por sobre todas las cosas, el Teatro Mágico en Amsterdam, las Siluetas en Hong Kong… no estoy chamuyando, el errorismo es así, está entre nosotros y nos brinda muchas más posibilidades de las que creemos que nos puede dar, y ahí estaba el punto: pues Puerto Quilombo era un concepto, era la fundación, no el pueblo fundado, era el hecho de fundar un pueblo como se hubiese hecho siglos atrás, pero sosteniéndolo como hecho artístico, y el sueño era sostenerlo y sostenerlo hasta que el pueblo se funde en realidad, al principio con el apoyo de la fundaciones, pero después, sabiendo que íbamos a perderlo, no nos quedaba otra cosa que el aguante. El meternos en el pogo, estar y estar y estar durante el invierno también, logrando hacer el país propio, con nuestras plantas de marihuana, con la entrada prohibida a la yuta, pues en Puerto Quilombo hay una ley y es que no queremos armas, si querés, dejá el arma a tu compañero y pasá y contale a quien sea lo que quieras, no tenemos miedo, ni armas, ni las queremos.
¡Cuanta gente que nos cruzamos! Cuanta gente que nos cruzamos en otra épocas y ahora más grandes y maduros nos seguimos cruzando… Nos seguimos cruzando en este quilombo…
La cooperativa de fotógrafos era un mundo a parte, el mundo de la fotografía era un mundo a parte, de la misma manera que hago este “libro en construcción”, podría hacer un libro entero del “mundo fotografía” ¿Qué hace a uno ser fotógrafo? ¿Cuál es el momento en el que uno decide ser fotógrafo? En esta era digital en donde parece que cualquiera es fotógrafo, alguien, entre toda esa masa de parientes con cámaras digitales sacando el momento de soplo de las velitas y el brindis, alguien decide que la copa esa del primo ston, desenfocada para dejar en cuadro a la cara de la maquillada tía es una foto genial, y ahí se gesta la cuestión. No hay más que hablar. Y todo una manga de gente que se creía fotógrafa estaban protestando el 19 y 20 de diciembre de 2001, y tenían bronca, y sacaban fotos, y estaban en indymedia y pensaron las cosas de otra manera y se unieron en una cooperativa, Sebas, Walter, Martín, Tristán, Nancy, Gero, Gaby. Enormes cantidades de gentes que íbamos conociendo día a día que se acoplaban a la mente como la alegoría de la caverna. Una sola idea de persona amiga que representa a todas las demás, y entonces la forma de relacionarse pasa a ser otra, ya no son individuos con los que se habla sino que es una misma persona que representa esa idea de hermandad, tods son ese Platón que nos imaginamos por la escultura, todos somos ese humano medio que levanta los brazos como el dibujo de Leonardo da Vinci, a favor de la paz y en contra de las armas, pero estos mierdas siguen pisoteándonos y dejando hacer, no aprovechan su lobby para ir en contra, sino que lo aprovechan par dejar hacer, dejar meter a Windows en Irak, dejar meter a Subway en Afganistán, dejar meter a la Hallyburton en la policía bonaerense, dejar meter a Sarkozy en Francia, la pura mierda. La peor gente. Nada tenés que hacer si estás leyendo esto y estás de acuerdo con ellos, dejá de leerlo. Vete.

miércoles, 7 de marzo de 2012

Echar a una persona

La primera vez que eché a alguien fui un hijo de puta. La última también, (nunca que se echa a alguien se puede ser buena persona) pero fui un poco más considerado. Siempre que yo entraba a las obras lo hacía de buen humor, y el día que tuve que echarlo a Felipe no fue la excepción. Realicé humoradas con las diferentes personas que me iba cruzando, humoradas en un punto, y en otro punto puestas a punto, es decir, cuando toco el timbre y me abren la puerta y quien me la abre no tiene casco, la humorada pasa a camuflarse con la cagada a pedos,

-Que pasó Pinky, no había turno en la peluquería, los que están alrededor se ríen. Siempre se ríen.

-Pero señor Pablo, es mi peinado este, los que están alrededor se vuelven a reír.

-Y si te ponés el casco se arruina. ¿No? Los que están alrededor ser ríen, aunque uno no tiene casco y se pone serio automáticamente.

- Dale che, pónganse el casco, que vamos a ir todos presos…

Luego voy transitando la obra recordando las palabras del ingeniero… Llevale dos bolsas de cemento mientras llega el camión, decile a Felipe que mande el telegrama, y contame los metros cuadrados de azulejos de las cocinas de los departamentos “b”. Las bolsas de cemento ya las había comprado y estaban en la planta baja, me encontraba en una de las cocinas de los departamentos b, midiendo los azulejos, había dejado para lo último lo de decirle a Felipe que mande el telegrama. 1,70x2,20. 1,30x2,20 y 3x2,20. Eso era todo, a me faltaba descontar el bajo mesada, en donde no colocábamos el cerámico. Estaba haciendo la cuenta del bajo mesada y aparece Felipe:

¿Cómo va Felipe, todo bien?

Si señor Pablo…

Che Felipe… escuchame, (Felipe interrumpe su caminar y me mira para escucharme)

lamento decirte algo, (le digo mientras abro mucho los ojos) él los abre de otra manera… casi tristemente… mi alegría o buen humor se disipa como por un culo diarreico, intento una última sonrisa, es en vano. …ya no hay más trabajo… el tipo se queda callado mirándome. No hay más trabajo. Vos sabías que esto era así. El grupo de hormigoneras ya no trabaja para nosotros y vos entraste con ellos, la obra se terminó. Ya no hay trabajo, es simple.

Y Felipe nada. Como si lo que hubiese dicho haya sido en otro idioma…

¿Qué hacer ante eso?... es decir, mi jefe me había dicho, decile a Felipe que mande el telegrama, pero no era tan simple aquello… quizás si le hubiese dado una orden… Ché Felipe: Mandá el telegrama de renuncia hubiese sido efectivo, pero nadie me podía mandar a hacer ese trabajo, nadie me podía mandar a hacer ese trabajo tan cruel… pero ahí estaba ahora diciéndole a Felipe, al mismo Felipe que después de dos meses de trabajar en la empresa se operó de la rodilla, y estuve seis meses encontrándome con sus señora en Chacarita que venía con 5 o 6 hijos, para darle su sueldo, y que ahora, ya dado de alta había vuelto al trabajo, un trabajo de ayudante que ninguno en la obra requería, demasiado inútil era Felipe, ni para ayudante servía, lento en su forma de hacer las cosas, para nada simpático y de mirada desafiante, los oficiales bolivianos o paraguayos no se sentían a gusto trabajando con él, y entonces estaba delante de mí, desafiándome con la mirada, perdí.

No voy a renunciar, me dijo.

No estaba eso en los planes, no supe bien que hacer. Opté por lo más fácil:

Julio ¿podés hablar? decime estoy acá con Felipe, no quiere mandar el telegrama de renuncia ¿tiene todos los recibos firmados? si, firmó todo, incluso los de las vacaciones hablá con Juan Carlos a ver que te dice, tratá de que le mande el telegrama, no quiero saber más nada con ese tipo… okey Julio, ahora hablo, después te cuento dale.

Juan Carlos era partidario de que Felipe mande el telegrama, pero cuando le conté la negativa dijo: crucemos los dedos, y se lo mandó él.

Al mes Felipe mandó una carta documento, decía que no le habían pagado ni uno de los días que estuvo con la enfermedad, ni el aguinaldo ni las vacaciones y que no le habían entregado ropa ni provisto de elementos de seguridad, a parte de que se consideraba despedido sin razón. La cuestión era que Felipe había trabajado por dos meses, había hecho un parate de seis meses y había trabajado otros dos. Pues bien, la ley decía que se debía entregar ropa cada seis meses y si bien Felipe tenía firmada una entrega de ropa, había trabajado dos meses con la ropa recibida hacía ocho, esa diferencia obligó al ingeniero a poner alrededor de 15 lucas, 3 se llevaba Felipe con mucha suerte y el resto, abogados y costos judiciales.

Todavía recuerdo los ojos de Felipe sosteniéndome y venciéndome la mirada… fue el primero… con el tiempo aprendí a echar:

Mirá Acuña, te cuento como viene la mano, esta obra se termina… en dos semanas no va a haber laburo para nadie… vos venís trabajando bien, pero no se trata de eso, es que se termina el trabajo, pero parece que en dos meses sale una nueva obra, si vos terminás bien con la empresa, seguro que te vamos a llamar de nuevo, si vos mandás el telegrama vas a recibir el fondo de desempleo y por ahí un plus… no sé, pensalo, quizás te conviene… en dos meses te estamos llamando…

Todo una burda mentira. Jamás un empresario va a llamar a un ayudante y meterlo en la obra. A los ayudantes los eligen los oficiales, los encargados, ellos se “encargan” del pariente… si el yerno es medio boludo no importa, ellos lo van a sacar bueno. Acuña era un queso. Marianito lo ayudó porque era su vecino y Marianito se ensartó, y Marianito no sabe como sacárselo de encima, pero Marianito no es capaz de echar a nadie, no puede, no sabe, no debe, el Ingeniero fue el que en realidad contrató a Acuña: Mariano, traete un ayudante, y Mariano trajo a Acuña, su vecino que buscaba trabajo, parece buen tipo, mandan a los hijos al mismo colegio. Y el Ingeniero ni conoce a Acuña, apenas los vio una vez, desde lejos, simplemente dio el visto bueno para que lo contraten hace seis meses y ahora da el visto ¿bueno? para que lo echen. Yo fui quien le hizo firmar los papeles, yo fui quien le entregó la ropa, quien llegaba con su sueldo, quien le prestó una plata para que venga su mujer de Paraguay y por ende yo soy el encargado de decirle que no tiene más trabajo, que la empresa lo va a llamar dentro de dos meses, y la verdad es que pasan los meses y el trabajo arranca y cuando están buscando un ayudante yo les hago acordar de Acuña, les digo a los oficiales que Acuña está libre y los oficiales me dicen que a ese ni en pedo y Acuña me llama a mi celular y me dice: ¿Y Pablo, hay trabajo? –Mirá Acuña, está difícil, y no sé si seguirle mintiendo o decirle la verdad, y entonces tiro la pelota al medio, como un cobarde.

La primera vez que eché a alguien fui un hijo de puta. Mi inexperiencia y la falta de tacto lograron que el tipo haga juicio y se lleve unas 3 luquitas, la última vez fui un buen tipo, le prometí un trabajo que nunca apareció y le di 200 pesos en compensación o coima, platita fresca y rápida que apaciguó los humos y dejaron que todo fluya…


miércoles, 4 de enero de 2012

Recta Final.

Ricardo Becher.



Ricardo Becher se interna en un geriátrico en el año 2009. Allí tiene un “cubículo” en donde se instala con una computadora a ver películas, realizar neoexpresionismo digital, recibir amigos y por sobre todo escribir Recta Final. Ricardo Becher fue profesor en la Universidad del Cine, director de Tiro de Gracia, (la primera y única película beat del cine nacional) y escritor, entre otras de La Séptima Década, en su última etapa. En Recta Final cuenta sus dos años de internación en el geriátrico, la más cruda y real crónica sin un ápice de ficción. Es en la misma crónica que este libro empieza a tomar forma y en donde también empieza a dibujarse el documental, también intitulado “Recta Final” que acompaña la edición de este libro (o viceversa). Todo está ahí relatado en vivo y en directo. Ricardo termina esta crónica en febrero de 2010, fallece en agosto de 2011, bien cuenta estos últimos momentos Tomás Lipgot en el segundo prólogo del libro: “Cuando el Negro me llamó para avisarme que iban a llevar a Becher al hospital de urgencia, no me sorprendió. Hacía tres semanas que no escribía nada, y eso era grave. (…) cuando estaba esperando para ser ingresado, lleno de porquerías médicas en su cuerpo, el Negro me dice que Becher quiere hablar conmigo. Todo pintaba a despedida: intercambiamos algunas expresiones del mutuo cariño que nos profesábamos y dificultosamente dijo: “Tommy, en la parte de la novela, (esta que ustedes leerán) cuando cito el cuento de Kafka, Informe para la academia, ahí cambia…” Eso era Becher. (…) El fin se acercaba. Matías Reck –coeditor de esta edición- muy generosamente ofreció hacer una tirada de un par de ejemplares en escasos días. Luis Chitarroni escribió un prólogo en tiempo record. Así fue que Becher vio impresa su obra Recta Final, El Negro se la leía a diario. Decidió irse, en un movimiento maestro, llegando a tres cuartas partes de la novela. (…)”

Matías Reck es el editor de Milena Caserola con el que tengo una comunicación telepática, pero no en el sentido “literal” no es que quiero comunicarme con él o preguntarle algo y simplemente pienso, ¡por favor!, mi comunicación telepática pasa por saber trabajar en conjunto sin tener ningún tipo de reuniones ni acuerdos. A través de Tomás Ligpot, Gustavo Sidlin y Tomás Larrinaga, todos parte del proyecto de Becher y a su vez integrantes de la FLIA (Feria del libro independiente y )a(, es que Matías entra en contacto con “Recta Final”, fue una de esas primeras impresiones que Matías, en su comunicación telepática, me pasó y me dijo: “Pablo, este libro te va a gustar, vamos a coeditarlo con Milena, el asunto y duermevela, la productora del documental”. Empecé a leer el libro, tranquilo, lo tenía en el baño, leía de a dos o tres páginas por día. Matías me avisó que Becher se murió, seguí leyendo el libro, me fue atrapando, lo saqué del baño y lo llevé al auto, ahora eran filas, barreras, almuerzos, Becher seguía relatándome sus días en el geriátrico e iba internándome en su vida cada vez más aburrida y alucinante, los últimos respiros de Becher no eran más que un empuje a seguir creando, y como bien dijo Tommy, “en el cuento de Kafka, cambiale la cita y …”

No tuve el gusto de conocer a Becher en persona, si hubiese leído este libro antes de que se muera, lo hubiera ido a visitar, pero no fue así, sin embargo, siento un enorme orgullo de ser parte del grupo editorial: milena caserola, )el asunto(, y duermevela, que estamos dando a conocer este excelentísimo combo DVD + libro. Como a Becher le hubiera gustado, la creación sigue naciendo desde las profundidades del submundo, un combo que “al sistema” le gustaría poseer, pero que paradójicamente nos deja en nuestras manos, pues vuelve a rechazar a la verdadera cultura y sin quererlo nos da un empujón, a Becher, a los muchachos del neoexpresionismo digital, a Larrinaga, a Gus, a Marino, al Negro, a Matías, a mí, a tantos, desde la Recta Final Ricardo sigue escupiendo, desde las increíbles imágenes con Javier Martinez hasta la costanera y Guns and Roses, parodiando a Terminator y la maquinaria Hollywood, Becher sigue machacando, a su manera, dándole y dándole mecha hasta el final. Quedará de Ricardo esta gran obra, quedará Tiro de Gracia, El Gauchito, como él dice, La Séptima Década. quedará el neoexpresionismo digital, o quedará este grupo, de Tommy, y Marino, y Larry y Gus, y no sé cuantos que lo siguen y refrescan permanentemente el que fue un gran artista y agitador cultural, Ricardo Becher, para los que no lo conocen Recta Final es una gran manera de acercarnos al mundo de la senilidad y el ocaso de la vida, contada en este caso, por un gran cineasta underground en la década de setenta, viviendo en un geriátrico mientras le cambian los pañales y lo llaman a tomar la leche. Para los que lo conocen puede ser una clase más de su maestría, y para lo que no lo conocen también. Recta Final de Ricardo Becher. Un libro que me atrevo a recomendar.

jueves, 24 de noviembre de 2011

EL ATRACO


Todo se pudrió de verdad cuando entraron a afanar, el enorme perro de mi hermana que ingresaba en la casa cuando llovía se lo llegaron a aguantar, pero cuando entraron los cacos terminó para la mierda. Fue una situación bastante confusa. Un sábado a la noche en la casa no había nadie, y a la mañana siguiente me llama mi hermana que en la puerta se está produciendo un escándalo, porque en la casa de adelante habían entrado los chorros. Por suerte el tráfico estaba suave un domingo a la mañana y no tardé más de 20 minutos en llegar. La primera impresión fue ver un patrullero y un grupo de unos 15 vecinos, incluidos como 10 niños en derredor de la puerta del que ahora podríamos nombrar como conventillo, y más adentro, Jéssica y Mirna peleando a los gritos. Yo hacía meses que había dejado de tener comunicación con Mirna, (con su madre era la que arreglaba el pago del alquiler) y con Myriam y Jéssica tenía un trato solamente comercial. Raúl se había montado el taller en su departamento y el pibe de arriba había partido también, por lo que aproveché la oportunidad de tener el sector de atrás vacío para hacer algunas reformas. Los trabajos los hacía yo con un amigo, es decir, quería cambiar una puerta corrediza de doble hoja, por una puerta vieja de reja con vidrios, una muy linda puerta, algo que veía hacer en la obra permanentemente, miraba como realizaban los trabajos y luego iba a la casa con el Mario y los realizaba, pero una mierda, solamente quitar el armado de yeso y malla desplegable que hacía de tapa-rollo fue un bardo. La estructura cayó completa tirando en su paso una estantería de 5 tablas repleta de papeles. Ordenar eso demandó el triple de trabajo del que pensábamos hacer, encima esa maya de mierda que cortaba y uno que trabaja en la construcción entre otras cosas proveyendo elementos de seguridad a los obreros, no se provee a sí mismo ni un puto guante, y todos los dedos sangrando y se hizo la noche, y quedó ahí tirado el escombro y los papeles por tres días, y el boquete completamente abierto por una semana, y la puerta vieja que no entra, y traer la soldadora, y cortar con la amoladora, y todo pesa, se estira y van tres semanas, cuatro semanas y la casa sigue abierta de par en par y vienen a chorear y ahora estamos el domingo a las 10 de la mañana armando un verdadero quilombo en el barrio. Jéssica acusa a Mirna en primera instancia y en segunda a mí, y hasta en tercera desconfía de mi sobrino. Myriam no estaba ni había dormido en la casa, Mirna en cambio había llegado a eso de las 7 AM con un tipo y un escabio importante. Cuando entró vio la luz del fondo prendida pero no se percató ni pensó nada raro, se encerró en su pieza y se tiró con su macho en el colchón que estaba directamente sobre el piso, mientras se besaban y se toqueteaban se iban arrancando la ropa y por fin pudo ver toda esa enorme cantidad de carne ahí delante y para ella sola.

La historia había empezado en la barra del Salón Pueyrredón no hacía más de tres horas. Ella apoyó sus codos y se puso de espaldas al barman. El pibe estaba tomándose una de litro, tenía una gorrita con la visera hacia atrás, un bigote que le bajaba hasta los costados de la pera y el pelo lacio y negro que le asomaba unos 10 centímetros. No hubo mucho, un comentario gracioso de parte de él, no más de dos minutos de conversa, un par de miradas y a los besos, el pibe fue bastante directo, le empezó acariciando la cadera y mientras tocaba y acariciaba fue deslizando su mano por debajo de los elásticos de la pollera y la bombacha, luego la llevó hacia adelante, apenas hurgó entre los pelos y supo ubicar el dedo mayor en el lugar preciso, la cosa se jugoseó de una, el pibe la besaba en la boca en un frenesí de lenguas y se le fue acomodando por atrás, con el fin de apoyarle un poco lo suyo entre sus nalgas, sin dejar de acariciar suavemente. Mirna estaba a punto de entrar en ebullición, y debía dejar de besar un poco para dar lugar a unos suaves jadeos que le eran imposibles de ocultar. La rescató su amiga Celes, pues era demasiado aquello, ella la vio desde lejos, con la pollera ya bajada y su sexo solo tapado por la mano de su chongo y encima ella tan libre y suelta que cerraba los ojos y abría un poco más las piernas. Celes se acercó casi corriendo y Mirna sintió bronca al ser interrumpida en su éxtasis, pero al abrir los ojos de golpe y poner los pies sobre la tierra se dio cuenta que estaba haciendo cualquiera, sobre todo cuando sintió el primer flash fotográfico, realmente no daba para más. Se acomodaron un poco la ropa y fueron hacia el costado del escenario, un huequito que había ahí con una especie de asiento. Se sentaron uno al lado del otro y siguieron con los besos, luego Mirna metió la mano por debajo del pantalón y no lo pudo creer, había sentido algo importante mientras el pibe la apoyaba en la barra, pero cuando Mirna la agarró con la mano se quedó asombrada, lo primero que hizo fue rodearlo desde la base y casi no llegaba a unir sus dedos, y todavía parecía no estar lo suficientemente dura. Apretó un poco como si quisiera confirmar lo que tenía en sus manos y fue acariciando hacia arriba. Ahí empezó a molestar el cinturón, por lo que Mirna quitó su mano y miró a los ojos a su muchacho. Es impresionante. Le dijo. ¿Te gusta? respondió habiendo podido mostrar al ancho de bastos sobre la mesa. No hay trucos. Todos estamos a gusto. Dijo mientras acariciaba quizás un quilo, no pudo saberlo, pero de hecho unas enormes, blancas y suaves tetas. Mientras, acompañaba a la mano de Mirna a desabrochar el cinturón. Mirna casi parecía desesperada por ver el tamaño del chisme. A pesar de que el lugar era oscuro algo de luz había, y mucha gente pasaba por alrededor y también pasó Alexis, que se acercó a ese lugar oscuro que ya conocía para hacer una de sus tranzas. Alexis en su distracción se aproximó demasiado, y cuando observó aquel miembro enorme erecto se sorprendió, pero mayor fue su sorpresa al distinguir que Mirna era la que tensaba los cables para sostener el mástil. Se quedó sin pronunciar palabra alguna y se hundió rápida y certeramente en un abismo. No hacía más de una hora Mirna le había tirado la goma en el mismo lugar donde ahora estaba sosteniendo ese pedazo de bestia, es que Alexis sentía amor por Mirna, hacía como dos meses que venían curtiendo y nunca se imaginó que el único amor que ella tenía era por sus convites de cocaína. De golpe se quedaban un par de días de gira y el pobre Alexis pensaba que era por él. Qué iluso. Mirna también se sintió mal en ese encuentro. Realmente no daba ser tan cruel. Se paró, se acomodó la ropa y simplemente dejó todo atrás. Atrás salió el pibe después de abrocharse los pantalones y la siguió hasta la calle. No estaba bien Mirna, su encuentro con Alexis, que todavía seguía ahí parado con el papelito en la mano y el cliente a su lado, la había dejado medio nerviosa, pero la ebriedad que olvida rápido, más la simpatía y por sobre todo la HOMBRÍA de este muchacho que poco importaba que se llamaba Yona, hicieron que sus penas se vayan disipando en el transcurso de no más de tres cuadras, luego hubo un poco de besos y decidieron que en vez de gastar en el telo los 50 pesos que disponía él, comprarían un par de birras e irían en un taxi a lo de Mirna, encontraron un maxikiosco 24 horas, se subieron al taxi y encararon para Florida. Abrieron la primera mientras iban viajando, e incluso prendieron un pucho, el chofer también prendió uno, en el taxi se toqueteaban al límite, pero todo dentro del juego, permanecían conversando con el chofer, tomando la birra y fumando, y por momentos metiendo al chofer en un juego absurdo, ¿Y acá arriba te encontrás con cualquier cosa no?

Vos no sabés las cosas que he visto, decía el tipo, y mientras tanto Yona le tocaba la teta a Mirna y Mirna medio que se dejaba, medio que no y entonces con el pucho en una mano y la birra en la otra no hizo más que pasarle la birra, Yona también estaba fumando, por lo que tuvo que dejar de tocar. Un par de risas, un par de besos, todo el juego no pasó a mayores, quizás estaban tratando de llegar a la casa y explotar, deleitarse por un par de horas sin que nadie los joda, y su juego se fue incrementando hasta que el último tiempo del viaje se la pasaron apretando, sólo apretando y tomando birra de a tragos. Cuando llegaron a la casa ni se percataron que la luz de la pieza del fondo tenía la luz prendida. Por las dudas pasaron sigilosamente al primer cuarto, armaron un porro y se desparramaron en la cama. Casi ni tenían ganas de fumar, solamente querían disponer por fin de tanta carne toda junta, Mirna tenía eso delante suyo, lo agarraba con las dos manos y todavía le quedaba punta para sobar, incluso el tamaño de la cabeza, era enorme! Estaban de piernas cruzadas sobre la cama y Mirna sabía como jugar, el pibe dio unas buenas caladas al porro, tomó otro trago de birra y se dejó llevar. Empezó a jugar el también con sus dedos abajo y despacito se fueron acomodando en un perfecto 69. Al fin ella sólo con eso, para ella sola, sin ni siquiera tener que soportar ninguna mirada, ni la de él. Podría hacer todos los gestos que quisiera, podría liberar el glande y lamer por todos los recovecos, detenerse a mirarlo nuevamente, masturbarlo un poco, un poco más de besos y probarlo hasta el límite de la garganta, podría hacer eso y mucho más, que ahora el muchacho tenía con que entretenerse. Realmente esa posición era la mejor para no mirarlo, que haga lo quiera, me tiene sin cuidado, con esto para mí tengo más que suficiente. Realmente disfrutaba pasárselo por la cara y la boca y por sobre todo hacerlo despacio y dándole placer como para que escupa en el momento justo, de eso se trataba el juego, contenerlo, estirarlo y estimularlo, increíblemente los de buen tamaño eran los que más tiempo le daban para jugar, e incluso una vez había tenido uno descomunal y no lo había podido hacer entrar en acción, y se había sentido mal por eso, era el riesgo, pero acá eso no pasaba. Y en eso estaban, dándole interminablemente al asunto, cuando escucharon la puerta de entrada. Uno de los códigos que tenían entre las chicas, era respetarse la intimidad a rajatabla, y por nada en el mundo serían capaces de interrumpir una sesión de garchoteo, ambas sabían expresamente lo que significaba eso. Mirna escuchó la puerta de entrada, como otras tantas veces en que había escuchado la puerta y luego voces de Jéssica y de hombres, pero esta vez fue distinto. Por aquí oficial, por aquí. Escuchó decir a Jéssica. Esa palabra hizo que todo tipo de situación erótica se terminara como si hubiese una alarma de tsunami. Lo primero que hizo Mirna fue quedarse dura y evaporar todo vestigio de alcohol y calentura de su cuerpo, tardo en esto unos 5 segundos. Luego se dio vuelta repentina y sigilosamente, se paró y guardó en el cajón la piedra de marihuana que tenía abierta sobre el escrito. Le hizo Shh! con el dedo a Yona y siguió así en bolas, escuchando detrás de la puerta:

Como le decía Oficial, la casa se encontraba así, la puerta estaba cerrada pero sin llave, en la habitación la luz estaba prendida, cosa que me extrañó mucho... Mirna escuchó que mientras Jéssica explicaba, al parecer dos personas entraban en la casa, luego escuchó como se metían en la habitación y seguían las explicaciones. Se puso una bata de baño mientras le decía a Yona, Shhh. Ponete algo, parece que hay unos canas, dejame escuchar a ver que pasa. Decía esto nerviosamente y casi sin usar las cuerdas vocales. Yona se puso blanco y se vistió de toque. ¿No hay nada no? Volvió a preguntar Mirna mientras fue hacia el escritorio y sacó la piedra que había guardado en el cajón y la puso detrás de un enchufe, en donde guardaba también sus escasos 200 pesos hasta nuevo cobro, guardó también un paquete de sedas, un picachu y dos tucas, Yona le pasó también la tuca que había dejado en el piso. Luego se puso las ojotas, obligó a Yona a permanecer quieto y salió hacia la cocina o lugar común, para asomarse despacio hacia la habitación de Jéssica ...y los 5000 pesos los tenía acá, dijo Jéssica marcando un pequeño elefante hindú, es evidente que la persona que entró conocía la casa. Ella es Mirna, alquila la habitación de al lado, dijo apenas la vio asomar por detrás de los canas. Los chabones se dieron vuelta y la miraron. Mirna no lo podía creer. Qué carajo hacían dos policías dentro de su casa, nunca se lo hubiera imaginado. Podía tener la peor onda con Jéssica pero jamás se había imaginado que esta la iba a acusar de robo y por sobre todo, ¡Llamar a la policía!!! eso estaba fuera de todo código. Pero la realidad era otra, la cana estaba ahí. Implacable. Escuchando a Jéssica y tomando todo con pinzas, un caso que no les importaba en absoluto. Conflicto entre vecinos. ¿Cuantos casos similares? Una es más bardo que la otra, no hacía falta ser muy detective para eso, dentro de la mentalidad del cana ya la ropa de Jéssica era cualquiera, unas calzas blancas marcando todo el culo y un top sugerente, aunque tenía saquito era suficiente. Sumado esto a una denuncia a las seis de la mañana por robo, en una especie de conventillo que nada tenía que hacer en un barrio como Florida era demasiado, encima ahora Mirna que se aparecía directamente en bata desde no sabían donde. En la mente de los canas, a pesar que la denuncia hablaba de hurto, el caso era conflicto vecinal. Nada de lo que se pueda sacar una tajada ni investigar como para sumar puntos. Nada. Una simple pérdida de tiempo. Pero los canas tenían que hacer su trabajo, había una denuncia y una mujer histérica y nerviosa y tenían que cumplir con su tarea, casi una rutina para ellos. Cuando la vieron a Mirna presintieron como terminaría todo, en el mejor de los casos las tendrían que separar de las trompadas y en el peor las detendrían por unas 8 o 10 horas hasta que piensen, reflexionen y sigan con su vida, y de hecho no lo erraron. Cuando llegué yo la situación era la siguiente:

En el interior de la casa solo se encontraba Yona; encerradito y sin chistar; espiando desde la ventana los acontecimientos que ocurrían en el jardincito de adelante, cosa de la que no me enteré sino hasta algunas horas después, alcancé a ver y oír a Mirna diciendo algo así: Pero como me podés acusar de robo a mí, la concha de tu madre. Vos sos una hija de puta. Vos sos una mierda!!! Entre medio Jéssica que se defendía, quizás sintiéndose escudada por la policía: Hija de una gran Puta! Jamás te voy a perdonar lo que me has hecho, y en un segundo no más, sin que nadie pudiera reaccionar Mirna se le fue al humo y le puso un buen “sopapo piña” en la cara, Jéssica, bastante más menudita pero muy rápida reaccionó de una y le saltó directamente al cuello, se le subió encima y le empezó a dar histéricas trompadas en la espalda y los brazos y Mirna, como un King Kong, trataba de librarse de ella, pero también se iba librando del cinturón de su bata y todas sus tetas empezaron a ser parte de la escena. ¿Qué importaba aquello? Algo que simplemente daría conversación a los pequeños niños de 10 años que con sus bicicletas miraban atónitos el espectáculo en vivo. Y ahí fue que intervino la cana a intentar separar eso que se había gestado ante sus narices, dos manojos de nervios tirados en el piso del jardín delantero de una casa, bastante descuidado por cierto, gritando y pegándose piñas en una pelea muy descontrolada, encima que Mirna casi luchaba en bolas daban una cuota más de bizarreada al asunto. Los canas lograron separarlas. Realmente eran un par de fieras, de sus bocas salían los insultos más aberrantes, pero la situación de Mirna en pelotas era muy rara, insisto, los canas no sabían como hacer para no comerse acoso o toqueteo, entonces la trataban de agarrar de los brazos, y el mamut de Mirna podía con ellos dos y volvía a la carga contra Jéssica, la cosa terminó con una reducción a lo perro, medio violenta es verdad, pero nadie se atrevió a decir nada. Era la única forma de frenarlas. Un cana terminó sobre Mirna, que su desacomodada bata poco le cubría, toda su concha ahí al aire para regocijo de niños y mayores. El otro cana la agarró a Jéssica y la sacó a la calle. Luego una vecina exigió que se respete la intimidad de Mirna y empezó a increpar al cana, apenas el cana intentaba destrabarla Mirna se desataba como un gato al que le arrojan agua hirviendo, por lo que después de casi 10 minutos por fin mi hermana pudo calmarla un poco y accedió a seguir el procedimiento y la llevaron dentro del patrullero, con bata. Unas vecinas pidieron que venga la patrulla de la mujer, pues no vieron compatible que se lleven a Mirna semi desnuda a la comisaría. Nos obligaron a permanecer en el lugar hasta la llegada de otro móvil. También se incrementó la cantidad de vecinos. Hicieron declarar a unas 6 personas, entre las que se encontraba Mirna, Yona, Jéssica, Yo, mi hermana y una vecina, Jéssica estuvo retenida unas 3 horas y luego retiró la denuncia y todos volvieron a sus casas, es decir, Jéssica fue la primera en irse, fue hasta la casa, retiró el bolso con sus pertenencias y se marchó. Cuando Jéssica retiró la denuncia, la causa o lo que sea se cayó, así que todas las declaraciones eran al pedo y nos fuimos para la casa. Cayó la madre de Mirna también. Todos se quedaron como una hora más, sin mucho que decir, sin mucho que hacer, Jéssica ya no estaba, con Mirna me llevaba para la mierda, pero esta situación nos había encontrado, el chongo parecía buen pibe, con mi hermana bueno, tenía la mejor de las ondas, pero en cierta manera estaba metida en un quilombo gracias a mí, y eso no le causaba ninguna gracia, luego estaba todo el vecinaje, y para colmo apareció mi vieja, no sé, llegó un punto en que decidí la retirada, ya la tarde del domingo estaba entrada y todavía estaban en casa esperándome con un asado, por lo menos podré comer alguito de carne fría, por suerte las comidas en buenos aires se estiran y llegar a las 5 de la tarde no es tan grave. Un mate, una achurita, una birra, una seca, un puchito, amigos y amor. ¿qué más se puede pedir?.

miércoles, 18 de mayo de 2011

wath the bleep do we know

Ahora me pasa que cuando escribo estás palabras sé que muchos van a leerlas y siento mucha responsabilidad con lo que voy a decir y siento vértigo. Ahora me pasa que siento que debo buscar como pegar una palabra detrás de otra y que no sólo diga algo sino que encima esté bien escrita y con una melodía agradable. Sé que la comunicación dejó de importarme de tal manera que ya ni me interesa lo que decir o hacer. Estudio la vida de Rimbaud. Es decir, sé lo que sabemos algunos, que Rimbaud escribió un libro cuando tenía 19 que parece que es buenísimo y luego se pudrió de todo y se fue a traficar esclavos al África. Pienso en la no creación. O en el crear a través de otras artes. Miro los cuadros. Miro las fotos de los cuadros consagrados por millones de personas. Miro las artes geniales que apenas hemos visto unos cientos, miro mis propios dibujos, miro a las empresas transnacionales, a los movimientos antiglobalización, a la fragilidad del sistema financiero, a la ley, al engranaje que hace que todo esto parezca que funcione, y es todo tan pequeño. Miro una película en donde todo lo explica que me parece que es fascinante, estamos hechos de nada. Somos nada o solamente somos un pedazo de pensamiento. Un cúmulo de energía viajando en un intrínsico recorrido de venas y capilares que forman una prefecta red por todos los decímetros, centímetros y milímetros cúbicos de lo que estamos hechos, o sea de nada.

Y sin embargo me levanto a la mañana y sigo sintiendo frío y sigo viendo como los días pasan y la cosa parece que es así no más, que somos un pedazo de nada y que nos vienen mintiendo desde siempre unos cuantos imbéciles que fabrican armas para matar a la gente y las obviedades son tan obvias que ni caso tiene decirlas.

martes, 5 de abril de 2011

libro en conSTRUCCIón

El lunes 18 de diciembre del año 2006 el ingeniero me pasó a buscar por la puerta de casa a las 8 y cuarto de la mañana.

Nunca me había subido a una camioneta tan impresionante. Era un modelo nuevo de Dodge de doble cabina. En el asiento de adelante estaba sentado un tipo morochón, gordo, y al parecer petiso, atrás estaba otro que parecía más alto, un poco menos gordo e igual de morocho, subí junto a él. El ingeniero era el que manejaba, de aspecto era un tano con todas la letras, narigón, morocho y medio getón aunque bastante reservado. Hacía 4 años que no trabajaba en algo convencional y hacía 17 que no tenía un jefe, por lo que me senté humildemente hundido en el asiento esperando lo que sea. No tenía la más puta idea del trabajo que debía realizar, simplemente me lo ofrecieron, y ante el abismo en el que me encontraba fue casi como que no tuve alternativa. El viaje duró unos 40 minutos, el chabón que iba adelante hablaba más y preguntaba sobre el lugar a donde iríamos, pero el ingeniero tampoco decía mucho, era más bien un viaje parco en donde todos parecíamos ser desconocidos, aunque con el correr de los kilómetros me dio cuenta que no era así. El tipo que iba de acompañante conocía al que iba a mi lado, pero hacía tiempo que no se veían, mientras que con el ingeniero tenía un trato fluido, era un hombre bastante charlatán. Si en ese viaje pronuncié más de 10 palabras creo que exagero, nadie me preguntaba nada y me quedé simplemente callado con cara de lunes a las 8 y cuarto empezando un laburo nuevo luego de 17 años de no empezar ningún laburo nuevo. Todo era nuevo para mí. Hasta ahora había logrado que mi vida funcione sin jefes ni horarios, era tan libre como un haitiano y hasta podía elegir a los gobernantes que decidirían mi destino, como un estadounidense. Y ahí estaba, libre y decidiendo mi destino, decidiendo ganar un sueldo en algo que no sabía qué era ni lo que tenía que hacer, simplemente estar en una camioneta del carajo con gente que no conocía yendo hacia Martínez, al parecer hacia una nueva obra de la cual no tenía la más puta idea de nada.

Resultó ser que el tipo que estaba al lado mío era el capataz, o a decir mejor, el encargado, ese que antes se llamaba capataz y ahora es otra cosa, y el otro era el plomero, o a decir mejor, instalador sanitario. Al llegar nos encontramos con una típica obra. Cartelones de publicidad de chapa que abarcaban todo el frente de como 20 metros de ancho, y por detrás, una losa pelada de cemento de 3 pisos, el ingeniero dio unos golpes a la chapa y nos abrió un tipejo de unos 40 o 50 años. Adentro había 3 muchachos tomando tereré. El ingeniero era el que decía lo que había que hacer, por lo que lo seguíamos como un grupo de adolescentes a un fan.

Parece que lo primero que había que hacer era ubicar a los tres tipos que esperaban realizar alguna tarea, andá a buscar las palas al baúl, me dijo, y deciles a los muchachos que limpien toda esa basura, comprales una escoba de barrendero, tomá.

y me dio 100 pesos.

Esa fue mi primera tarea. Tener un billete de 100 pesos en mis manos. Hacía tiempo que no disponía de tanto dinero. No sabía que hacer, por un lado tenía que decirles a los muchachos que limpien, y por otro, ir a comprar la escoba. Los tres tipos habían dejado de tomar tereré, pero seguían en la misma posición, ahora parados esperando la orden. Rito, el capataz o encargado también escuchó el mandato, y por suerte fue él el que les dijo:

Nambabiré cöp"a ibty po irá. Luego me miró y dijo a todos: El muchacho va a traer la pala.

No supe que carajo le dijo, pero por suerte me hizo recordar la otra acción que me había dado el ingeniero. Traer las palas. Para eso tenía las llaves de la camioneta. Fui a por las palas y se las di a los muchachos. Luego me dediqué a lo mío. La compra del escobillón. Salí directo al negocio de Carlitos, conseguir una escoba de barrendero no era una tarea fácil, ni el negocio de la esquina ni la ferretería tenían, por lo que recordé mis tiempos de distribuidor de artículos de limpieza por la zona y fui directamente al negocio adecuado. Debenedeti y Maipú, realicé bastante rápido el trámite, que incluyó breve conversa con el Ruso sobre mi nueva etapa laboral que estaba empezando ese día, y volví orgulloso con el artilugio, una pieza de 23 pesos, y una factura “A” con el CUIT incluido, sentía una realización digna de mi primer tarea.

Una mierda. Eso era lo mínimo. Los cuarenta minutos que me había insumido la tarea de comprar un escobillón significaban un costo enorme...

pero estaba aprendiendo y ahí estaba el quid de la cuestión.

Nada sabía de nada.

¿Qué es la construcción?

La construcción es uno de los rubros de la economía que mueve, esto es: el país va bien y se construye. Desde casas hasta oficinas, departamentos, refacciones, torres, la construcción mueve, obreros, ingenieros, inversionistas, plomeros, casas de sanitarios, fábricas de estufas, cuanto más se construye más gente labura, y más somos los que rapiñamos alguna migaja y el país va bien y nosotros mentimos que seguimos construyendo.

Pirámides de Egipto, Islas artificiales en Dubai, Rascacielos infinitos en Shangai, Eurotúneles, edificios de durlock en Villa Urquiza, construcción permanente de la mentira, sin parar, más y más plata, y más cambios de fachada, más edificios de oficinas, y ahí me estaba diciendo el ferretero que donde está ahora construida esa loza de hormigón antes había un caserón con una palmera enorme y una cúpula de vidrio impresionante. Hubo movilizaciones vecinales para detener la destrucción de ese patrimonio arquitectónico, pero nada habían podido hacer. Se metieron con topadoras, retroescavadoras, y a la mierda con todo, se llevaron puertas, ventanas y escaleras de mármol, pero la cúpula, a la mierda. Le dieron a los vitrales con mazazos y a otra cosa. Era muy costoso retirarlos sanos parece, y ahora estaba contento el ferretero que ya se había demolido todo, ahora le tocaba a vender a él, una obra en la zona era dinero fresco, me dijo que nos abría una cuenta, de toque.

Ese primer día de laburo me fui a mi ¿casa? a las dos de la tarde. Fui a seguir con lo que hasta hora consideraba lo mío: fabricar libros.

Mi casa era un infierno. Adelante había tres mujeres a las que les alquilaba diferentes cuartos y entre todos compartíamos un baño de 2x1, y la habitación de arriba se la alquilaba a otro tipo, con bañito y entrada aparte. De eso hasta ahora vivía, pero era poco. Aunque al principio éramos cuasi amigos y estaba todo bien, con el correr de los meses habían surgido más que diferencias y todos estábamos para la mierda, por lo que la convivencia se tornaba insoportable.

Yo disponía del sector posterior de la casa, con entrada independiente desde un pasillo externo que compartía con la pieza de arriba y la casa del fondo, en donde vivía mi hermana. Al entrar a mi sector había una pequeña antesala de unos 3 metros por 3, en lo que tenía instalado el taller, fotocopiadora, guillotina, y estanterías con resmas y libros a medio fabricar. Por detrás había cerrado una pared de durlock en lo que alguna vez fue una cocina grande, de 4 x 4, toda las paredes tenían azulejos, y si bien las había pintado, era medio difícil ponerle un poco de onda, por lo que mi cuarto estaba literalmente azulejado, y la única ventilación que tenía era una puerta que daba al taller. Tenía una buena claraboya por suerte, pero de que corra una gota de aire ni hablar. En la antesala o taller, tenía una cortina de esterilla que daba lugar al pasillo y luego al bañito. El pasillo, de no más de 60cm de ancho y 2 metros de largo, terminaba en una precaria puerta que conducía al hall, ahora cocina y luego al resto de las habitaciones, todo estaba de cierta manera conectado, sin llaves. Allí vivían Nilda, Mirna y Jéssica, Jéssica era un actriz paraguaya probando suerte en el circuito alternativo teatral de Buenos Aires y ocupaba una pieza, Nilda era diseñadora de modas y performer y ocupaba la segunda, ambas sin ventanas, que se comunicaban por las típicas puertas doble hoja de la antigua casa chorizo hacia la cocina improvisada, desde donde también se accedía a la habitación de Mirna que hacía Relaciones Públicas y fotoperiodismo y gozaba de la única pieza con ventana, al jardincito de adelante.

Raúl trabajaba conmigo en la fabricación de libros y literalmente se odiaba con Mirna. Había que hacer unas triquiñuelas enormes para no hacerlos coincidir en horarios, porque una simple cruzada en una salida de baño podía ser el puntapié inicial hacia una hecatombe verborrágica que en dos oportunidades había terminado en encontronazos físicos. Por lo tanto, hablaba con Jéssica y Nilda por un lado y con Raúl por otro y nos organizábamos los horarios respecto a las salidas de Mirna para que no se cruzaran, y más o menos la cosa funcionaba. Raúl venía al taller 3 veces por semana desde las 10am hasta las 4 de la tarde, horarios en los que Mirna, por su trabajo, permanecía fuera de la casa. Así es que ese lunes 18 de diciembre de 2006, en que terminé de trabajar a las dos de la tarde pude ver a Raúl después de una semana que no lo veía, pues cada vez estaba viviendo menos en mi casa.

Cuando llegué lo vi como loco. Respiraba profundamente y metía los libros en la guillotina y bajaba la palanca y cortaba, cuando realizaba cada corte metía manos, brazos y hasta algunas cabezas de la gente que odiaba e inyectando los ojos con sangre, bajaba la palanca de la desafilada cuchilla con demasiada fuerza, los bulones de la guillotina parecían resistir simplemente sus embates, casi se los veía pedir clemencia ante tanta violencia. Recién ahí giró su cara, traía una venda en la nariz y los alrededores de sus ojos estaban morados.

-Es una hija de puta, Pablo. Fueron sus primeras palabras.

-Pará Raúl, que pasó.

-No la soporto más, está todo el tiempo ahí provocándome, y yo no soy de fierro, Pablo, me estoy sacando, voy a cruzar la puerta y le voy a dar de piñas para que entienda que conmigo no se jode. Decía nervioso y con bronca levantando el tono de voz.

-¿Pero que te pasó en la cara? Pregunté.

-Eso es una larga historia, Pablo, ahora en un rato te la cuento, pero esto así ya no va más.

-Pará un cachito. Voy a saludar a mi hermana y vuelvo, quedate tranquilo.-

Crucé la puerta y seguí pasillo al fondo, golpié y entré, después de 10 o 15 minutos de conversa y algunos mates me excuso diciendo que quiero ir a ver que le pasa a Raúl, y cuando camino por el pasillo, escucho la voz de Mirna diciéndole en un tono entre burlón y violento:

-Cagón. Forro de mierda. Tengo la concha sucia y menstruada para que me la chupes, mariquita. Cagón chupa culos sucios.- esto lo decía desde dentro del baño, y Raúl hablaba en vos alta diciendo incoherencias con el claro objeto de tapar las palabras. Cuando entré yo Mirna se cayó la boca, luego escuché como se retiraba del baño y pasaba hacia el otro sector.

-¿Ves que no mentía? me dijo Raúl. Es insoportable. Yo no puedo trabajar con alguien que me diga todo esto...

Invité a Raúl al bar de la esquina con el único objeto de sacarlo de allí, era obvio que no podían convivir ni en las situaciones más organizadas, tarde o temprano los cuerpos se cruzan y por más que estiráramos el encuentro no había alternativa. Mirna y Raúl iban a juntarse, y lo mejor que podía hacer era separarlos.

Mientras íbamos hacia el bar me repetía una y otra vez de sus encuentros con Mirna y de lo mierda e hija de puta que era y luego, una vez sentados y entrados algunos tragos de birra fue contándome que el sábado, él estaba lo más tranquilo tomando una cerveza en la barra del conventillo de Teodoro, y que unos tipos lo empezaron a mirar mal y el simplemente preguntó:

-Que mírais! Tengo cara de mico o qué!? le salió así, medio en español, debido a la gran cantidad de tiempo que había pasado en aquel país, y después de eso no sé, fueron directamente las piñas, y a trompadas y empujones los hicieron salir de patitas a la calle, y los dejaron como a dos críos dispuestos a darse hasta cansarse y terminar en un acuerdo, pero no, las reglas ahora son otras, y en un minuto había seis tipos dándole patadas y piñas, y Raúl que responde, pero que no puede ante tantos, Pablo, tu no sabes lo que era eso, un infierno, salían pendejitos de todos lados y uno me dio en la cabeza con algo y entonces caí y perdí el conocimiento por un ratico y luego estaba ya tirado, con toda la nariz iena de sangre, y los hijoemilputas me habían robado la billetera, y no sabía como volver a casa, no me paraba ningún faquin taxi para llevarme hasta ningún fucking hospital Pablo, yo con toda el rostro y la chaqueta iena de sangre y nadie me paraba y me llevaba a un maldito hospital, tuve que pedirle ayuda a un puto rati, Pablo, no lo podía creer, me arruinaron la vida Pablo, han dejado una marca en mi rostro que quedará de por vida, me arruinaron, estoy destruido... y casi como que se ponía a llorar mientras me contaba, pero sus lágrimas no llegaban a manifestarse, las ahogaba adquiriendo bronca y profanando insultos, contra Mirna principalmente, y contra los pendejitos hijodemilputas, y contra este país de mierda ya que estaba. Dejé a Raúl ahí en el bar y regresé a mi hogar dulce hogar. Mirna por suerte se había ido. Estaban Nilda y Jéssica haciendo algo para comer. Si bien no eran amigas, después de un par de encontronazos habían logrado cierto grado de tolerancia, cuando estaban juntas permanecían mayormente en silencio o preguntando las mínimas cosas. Mientras ordenaba un poco el desastre que había dejado Raúl en el taller, escuché a través de la puertucha abierta que Nilda decía:

-Ahí escuché llegar a Pablo. ¿No estaría bueno decirle del enchufe?

Hacía como un mes que me venían diciendo que el enchufe de la heladera se había roto y como últimamente casi ni estaba en casa no les había dado ni cabida.

-Dale, decile, escucho que responde Jéssica

-Bueno, vestite

-Estoy vestida, que tiene?

-Bue..., si te parece le digo que pase

Luego Nilda se acerca al pasillo y me dice:

-Pablo, permiso.

Recién cuando pasa la saludo y me repite todo el rollo del enchufe que alguna vez me había dicho Mirna hace como un mes.

Me rompía soberanamente las pelotas que me vengan con esas pelotudeces. Desde el principio habíamos arreglado que ellas se iban a hacer cargo de los arreglos menores, pero esto ellas no lo consideraban menor entonces había quedado en el olvido y ahora no tenía escapatoria.

-Bueno, okay, termino y lo miro.

Cuando paso veo a Jéssica en la cocina con un vestidito diminuto del que se le escapaban todas las gomas. La saludo con un beso en la mejilla. Hacía un par de años habíamos tenido algunos encuentros sexuales y hasta en algún momento hasta fingimos noviar, pero no duró mucho la cosa, Jéssica realmente era una perra en celo y su trabajo de pseudo actriz la hacía coquetear con cuanto tipo se cruzaba, una vez, jugando, hasta habíamos hecho un pequeño reconto de nuestras parejas sexuales y su cuenta fue muy simple. 4 por mes en promedio desde los 20 años, en ese momento tenía 29 por lo que le daba que se había acostado con 324 hombres en su vida, hasta ella se sintió sorprendida, ni sentido tenía sumar sus tres noviecitos de Asunción antes de los 20. Y realmente era así, entre Mirna y Jéssica metían chongos en la casa a lo perro y la pobre Nilda, bastante más recatada, no porque ella quisiera sino porque era bastante desagradable y para nada gauchita, los veía pasar mientras se masturbaba en las penumbras de su cuarto.

En definitiva, a pesar de que nos habíamos acostado unas cuantas veces y había ido a ver sus actuaciones teatrales en donde no sólo aparecía en bolas sino que era masturbada en vivo por otra compañera que le introducía cuatro dedos en la concha, ahora estaba ahí con ese vestidito flojo que enseñaba todo y me producía cierto sentimiento entre incomodidad y calentura. Jessica era bajita y pulposa.

Fui directo al enchufe, una tapa de las viejas de dos patitas había hecho un corto, y se había calentado tanto que había derretido el agujero vivo, el que lleva la energía, por lo tanto era imposible que el macho penetre y haga contacto, no pude evitar el pensar en Nilda y hacerme un chiste interno.

No fue muy difícil cambiarlo y no podía entender cómo es que no lo habían hecho hasta ahora. Luego Jéssica me pidió por favor si no le podía arreglar una tapa floja de su habitación. Realmente no podía saber si así era la cosa o quería ahí nomás echarse un corto conmigo. Me hizo pasar a su cuarto y como el enchufe estaba detrás de la puerta no había opción que cerrarla desde adentro y nos quedamos solos, cuando se agachó para correr el cajón que hacía de mesita, me mostró sus dos rebozantes tetas con pezones incluidos.

-por favor Jessi, me matás, entendeme, no soy de fierro. Le dije

-ay, qué dices, si ya nos conocemos. Me respondió mientras se sonrojaba y empujaba con una mano la parte del pecho de su vestido, como intentando taparse.

Me limité a lo mío. Observé la tapita del enchufe y al intentar sacar la ficha macho se movía toda dejando una parte metálica al descubierto, eso era todo. Faltaba un tornillo que ridícula y casualmente permanecía parado sobre el zócalo. Ni destornillador hacía falta, ya que el tornillo tenía una cabecita de plástico cuadrada que podía trabajarse con los dedos. Decí que Jéssica estaba linda y me mostraba las tetas, porque sino estaba para mandarla a la puta que la parió.

Quizás si hubiésemos estado solos en la casa las cosas hubieran resultado de otra manera, quizás lo que quería hacer Jessi era darle celos a Nilda, porque la verdad es que se trataban como la mierda, todos quizáses que yo no tenía la más mínima intención de averiguar. Cojerme a cualquiera de estas 3 muchachas era simplemente para quilombo, por lo que un coqueteo tan obvio debía tener un oscuro objetivo que en mi mente de macho unidimensional era imposible de saber.

-Listo Jessi, era nada más que el tornillito. ¿Necesitás algo más?

-Qué querés que te diga, no me están yendo bien las cosas, me dijo en un tono tan suave y tan cerca de mí como para que Nilda no escuche.

-¿Qué me querés decir con eso? le dije girando mi cabeza y poniendo mi boca a tres centímetros de la de ella.

-Que me está faltando algo para cubrir la cuenta...

Ahí no más nos empezamos a trenzar en un rápido y furioso beso de lengua. No duró mucho, apenas lo suficiente como para ponerme a pensar

-Pará un poquito Jessi, separemos los tantos, le dije muy suavemente mientras la alejaba de mí a la vez que le masajeaba la teta. Dejámelo pensar, después nos vemos... tiré como manotón de ahogado aunque sea como para darme media hora más de reflexión.

Me acomodé la poronga con la mano porque estaba medio para abajo y me producía incomodidad sin importarme estar delante de Jessi, la miré pícaramente y volví hacia mi espacio a seguir ordenando el bardo que había dejado Raúl. Ella me devolvió la mirada.

Antes de irme a dormir descargué una buena cantidad de semen sobre el número 3 de la revista Barcelona.

No sé si me desperté por eso o es que ya estaba despierto cuando escuché en la lejanía, los pedos que se estaba tirando alguna de las integrantes de la casa en su garco matutino. Por lo pronto yo tenía unas terribles ganas de hacer pis y de solo pensar en acercarme al baño y verle la cara a la que se estaba tirando terribles pedos decidí mear en un cartucho de toner vacío. Me manché toda la poronga de negro al acercarla a los bordes, pero un carajo, por lo menos pude evitar el ir al baño y respirar ese aire que imagino, tendría una consistencia física. Lavé mis dientes en la canilla del pasillo y salí nuevamente para el trabajo, ahora sí, directamente a Martínez.

lunes, 7 de febrero de 2011

Hormigón Elaborado

El hormigón elaborado es el que se traslada en los camiones hormigoneros. Dentro de esos enormes trompitos que van girando en la parte trasera del vehículo entran alrededor de 8 metros cúbicos. Eso es la solidez de la estructura de un edificio, o de una autopista, o de un piso industrial. Los ingenieros calculistas deciden la consistencia y la piden a las empresas hormigoneras, estas le mandan la cantidad de camiones pedida para las diferentes construcciones en los días y horas pautados, todo muy estricto, muy organizado. Llevar el hormigón a los pisos superiores de un pequeño edificio, de entre 25 y 30 metros de altura, puede hacerse de dos maneras, bien con una pluma, es decir, una especie de camión grúa con una caño de 4 pulgadas que sube por el exterior del edificio cual si fuera una serpiente erguida, o bien puede hacerse por el interior del edificio, montando todos los caños piso por piso a través de los llamados "pases" (agujeros que se dejan en cada una de las lozas para pasar caños). Según el equipo que haya a mano y como son las características de la calle en cuestión se decide el método.
Pedir el hormigón es medio un bardo. Cada vez que se "hormigonea" o "se llena" es una pequeña culminación. Durante 15 o 20 días el grupo estuvo armando toda la estructura de madera terciada, que básicamente es como un “molde” de lo que va a quedar, dentro están todos los hierros entremezclados que conforman el esqueleto de las columnas y vigas, todos los escalones, uno a uno, cada escalón con su correspondiente refuerzo hecho en alambre, para que no reviente por el peso del hormigón, cada columna con sus flechas de sostén, cada viga con todos los puntales por debajo, colocados cada un metro, perfectamente firmes y clavados. Puntales por todos lados, por demás, por las dudas, las columnas que van pegadas a la medianera con refuerzos de hierro dulce del 4 amurado con concreto, uno cada 70 centímetros.
El último día se acercan los electricistas y preparan las cajas de luz, ya con el cable a tierra, el gancho para la lámpara y rellenas con serrín, cajas que quedarán por dentro de la loza. Ya los fenólicos están todos aceitados, y las maderas tienen desencofrante, ya está colocada la cinta de papel entre chapón y chapón, los tiempos están cumpliéndose. El hormigón está encargado desde hace 20 días. A las 8 menos cuarto de la mañana llegó la bomba, esto es, un pedazo de motor de unos 3 metros de largo por 1 y medio de alto montado en un carro, todo despintado del mismo color celeste, enganchado a un camión de doble eje, bastante nuevo, que en su parte trasera trajo unos 20 trozos de caño de hierro y 4 obreros. Los carpinteros estaban en la puerta cuidando que nadie estacione.
Luego de hacer algunas pequeñas salutaciones, pues se conocían de otras llenadas, todos se pusieron en equipo y comenzaron a subir por la escalera los diferentes trozos del caño. Juan, de casco blanco, fue marcándole el camino a Rulo, que había venido sentado junto al chofer. El tipo, afiliado al poderoso sindicato camionero, solamente manejaba y esperaba de brazos cruzados mirando todo y quizás charlando con algún vecino o eventuales obreros en tiempos de espera. Rulo bajó los enganches, unas pesadas piezas de metal que se parecían a una esposa (que desastre de sinónimo) y los fue distribuyendo cada 4 metros, con ladrillos o cuñas de madera fueron nivelando el caño, colocaron una curva a 90 y luego fueron encastrándolos hacia arriba. Asegurando siempre con hierro dulce. Para cortar el hierro dulce traían poderosas pinzas de casi un metro de largo. Mientras tanto, cuando estuvo todo bajado del camión y éste pudo retirarse, un grupo de unas seis personas debía dar vuelta la bomba, mientras uno mantenía la calle cortada, los otros empujaban el tremendo aparato con el fin de poder acomodarlo en la posición adecuada.
A eso de las 10 y media de la mañana el caño recorría los 15 metros desde la vereda hasta la mitad del edificio, y los 24 metros para llegar a la azotea del séptimo. Sólo faltaba esperar. Por un lado el grupo de los 4 hormigoneros, por otro lado los 8 carpinteros llenadores, en la vereda de enfrente, el arquitecto, el ingeniero y el arquitecto joven, que vino a aprender. En eso cae el superior de los hormigoneros, viene a ver como funcionan sus maquinitas. El camión tuvo un retraso y parece que va a llegar a eso de la una, la hora va pasando. El ingeniero con el arquitecto recorren la obra una vez más. Se fijan que esté toda la seguridad para que las columnas no revienten. Amenaza lluvia. Se larga un pequeño chisporroteo. No importa, hormigonar con lluvia no es problema. Los muchachos lo saben. El hormigón se debe hacer o hacer. Dan las 12 del mediodía. Los que esperaban hormigonar a la mañana para luego comer un asado e irse a casa perdieron. La mitad saca sus taperweres con lo que les preparó su mujer o su mamá (según corresponda), los otros comen pan con fiambre, el gordo se come un yogur con una manzana. Dice que está a dieta. Siempre hace lo mismo, Tona lo carga:
(dice)
se ríe Pelayo, que es un pibito tímido recién llegado de Paraguay y está laburando de sereno.
dice el gordo.
dice Tona.
Doce y media todos terminaron de comer, los albañiles comen en el segundo, los carpinteros en el sexto junto con Tona y su sobrino Leo, los hormigoneros se reparten por ahí. La mitad se escabulle por sus rincones a tirarse sobre cartones y fenólicos, Poroto incluso tiene guardadito su pedazo de goma espuma.
El Ingeniero recién está leyendo la carta. Antes que nada pide agua sin gas. El Arquitecto acompaña, Pancho, el recién recibido, se atreve a pedir Coca Cola Light, el jefe de los hormigoneros que se llama Raúl pide soda. La camarera es muy simpática y linda, pero nadie dice nada al respecto. Comen bastante en silencio haciendo comentarios sobre la obra que están haciendo. La comida es interrumpida permanentemente por llamados telefónicos y de radio. Pancho degluta un buen plato de ravioles con estofado y en un momento observa a sus tres comensales hablando por teléfono. Luego la charla ronda algunas anécdotas y comentarios del uso del celular. Deriva en el relato de Raúl, contando como instalaron las bases para los tensores de una bruta antena en el barrio de Saenz Peña. Entre el Ingeniero y el Arquitecto disciernen un momento en quien pagará la cuenta. Gana el Ingeniero y pone los 123 pesos. El arquitecto deja 10 de propina y se van. Son las 13 y cuarenta, el camión está viniendo por Juan B. Justo y llega entre las 2 y las 2 y 5. El ingeniero aprovecha ese momento y se va para la oficina, antes le da 200 mangos a Pancho y lo manda a comprar 8 pilotos de naylon, para los muchachos.
le dice antes de retirarse.
Llueve un poco más fuerte. El arquitecto se va tapando de la lluvia con los sucesivos balcones, los otros dos lo siguen en fila, cuando no hay balcones corren. Una vez en la puerta de la obra se encuentran con el problema. Mientras ocurría el almuerzo un viejo Peugeot 505, quedó estacionado justo por delante de la bomba, por lo que al camión hormigonero se le hace imposible verter su carga, éste todavía no llegó, pero en apenas 15 minutos debían encontrar al dueño del Peugeot antes que llegue el camión. El arquitecto, Raúl y Pablo salieron por los negocios de la zona a preguntar si alguien sabía algo de aquel Peugeot, pero es que por los alrededores de Sacalabrini Ortíz y Corrientes había demasiados negocios y edificios, era como medio imposible que el dueño/a aparezca. Y pasaron los 15 minutos y apareció el camión entrando por Luis María Drago y se estacionó en doble fila sarandeando las 35 toneladas de hormigón. Pensando que sería la decisión adecuada al arquitecto no se le ocurrió mejor idea que llamar a la policía para que resuelva el problema. A los cinco minutos había un patrullero con cuatro agentes estacionado también en doble fila justo detrás del camión. Mientras uno dos de los canas obligaba al camión a retirarse bajo amenaza de multa, otros dos empezaron a pedirle diferentes permisos al arquitecto, permisos de los cuales el tipo no tenía la más pálida idea, de eso se encarga la empresa constructora y él no era más que un simple arquitecto. Pero ahí estaba Pablo, el segundo del ingeniero, dispuesto a entregar todos los papeles que correspondan. Si bien la obra constaba con el permiso general, los canas le pedían el permiso de descarga, con el agravante que al ocupar la parada de colectivo, requería de un permiso especial, más el permiso de seguridad e higiene, y uno más por ruidos molestos. La cosa se complicaba, la lluvia, los canas y el camión en doble fila, la parada de colectivo y la gente puteando, ya el embotellamiento de la calle Drago ocupaba dos cuadras, los bocinazos. Raúl, de la empresa hormigonera, viendo como venía la mano, mandó de vuelta al camión y suspendió los otros tres. Mandó a desmontar todos los caños que habían montado. El ingeniero entró en escena alertado por un radio de Pablo:
prip <¿Cómo decís? Me sale todo entrecortado> prip <¿Me escuchás?> prip, dijo mientras cruzaba unos 10 metros de lluvia hasta ubicarse debajo de un balcón más cómodo prip prip prip.
El viejo Peugeot seguía parado en la esquina. El policía inflexible labraba un acta de infracción ante el arquitecto, que sin saber como obrar, embarraba aún más las cosas.
interrumpió Pablo, que sin saber tampoco como actuar, por lo menos pudo retener la pelota con una gambeta práctica que se resolvió cuando lo vio aparecer al ingeniero por la punta y le pateó la papa caliente unos metros antes de entrar en escena sin entender nada pero teniendo que resolver todo de la mejor manera posible. Solamente el costo del hormigón suma 15.000 pesos. 7 tipos esperando la descarga son 2000 mangos más. Una multa puede llegar a las 10 lucas. Todo eso pensaba el ingeniero mientras cruzaba la calle y se apersonaba en el cuadro tratando de atajar la papa caliente que le lanzaba Pablo, al lado de un arquitecto ineficiente y dos canas lascivos de dinero, que sabían, aunque no con detalles, los abultados números del negocio de la construcción. Ahora que Warnes se había desinflado, y la construcción prosperaba en el barrio la comisaría sabía del jugo que podía sacar.
<¿Qué está pasando oficial? ¿Cómo es esto?>
<¿Perdón? ¿Con quién tengo el gusto?> dijo el oficial burlonamente.
y le tendió la mano.

invitando al oficial a salir de esa pequeña ronda hacia un costado del balcón que les servía de resguardo de la lluvia. Luego de 5 o 10 minutos de charla hubo un apretón de manos y el policía se retiró sin denuncias. Pablo y el arquitecto permanecían en la puerta de la obra. Los obreros estaban adentro. Los hormigoneros se habían retirado. El ingeniero hervía. En su cerebro no había otra cosa. ¿Qué mierda pasó? Por qué carajo no estamos hormigonando y porqué carajo acabo de darle 500 pesos a este mugroso cana simplemente para que se vaya. Necesito que alguien me explique que mierda pasa acá. Y ahí está Pablo con cara de pelotudo, y ahí está este arquitecto imbécil que me va a tener que dar una explicación, y ahí sigue el Peugeot estacionado y porqué mierda nadie estaba para cuidar que no se estacione, y ahí estaba llegando Pancho con los ocho pilotines después de una hora, para que los obreros no se mojen.
dijo Pancho tratando de demostrar el cumplimiento de su deber, y ahí no más vio que las cosas no estaban saliendo como correspondían y con los ocho pilotines en la mano se sintió un pelotudo.
y el ingeniero lo veía a Pancho cayendo con los pilotines para que los obreros no se mojen, lo veía y le veía la cara de imbécil, la cara de reverendo pelotudo fracasado que nunca iba a llegar a nada por su ineficiencia, y veía a toda una estructura empresarial que él mismo había montado, que movía decenas de miles de pesos y que no había logrado ser eficiente por alguna puta mierda!!. Y encima este estúpido que apenas es arquitecto de universidad diciéndome que trajo los malditos pilotines para que no se mojen las nenitas que tengo de obreros que no supieron decirle a un reverendo pelotudo que no se estacione delante de la bomba hormigonera. La concha de la puta mierda!!!! ¿Quién carajo se va a hacer cargo de toda esta montaña de guita que nos cuesta esta garcha!!!!
Pero el ingeniero sabía estar tranquilo. Simplemente dejó que se vayan los canas y se acercó a la obra. Es un problema más. Hemos perdido una hormigonada. Todo se va a solucionar. Sus neuronas por momentos trataban de apaciguarse y por momentos no escuchaban sus razonamientos y le saltaban pensamientos del tipo “yo no puedo creer la cantidad de imbéciles que me rodean” pero todo por suerte se sucedía de una forma tranquila, el ingeniero sabía mantenerse tranquilo… los imbéciles de los que estaba rodeado eran su obra, y sabés qué? Adentro todos estaban temblando. El tipo se aparecía ante el arquitecto, su sobrestante, un recién recibido y el encargado de la obra, así, con las manos en los bolsillos:
¿Alguien me puede explicar que pasó?
Y ahí estábamos todos tratando de justificar nuestra serie de sucesivos errores, uno tras otro. Tartamudeando y temblando. Los obreros son los primeros en lavarse las manos, ellos saben hacer su trabajo y su trabajo es construir, poner ladrillos, hacer columnas o simplemente hacer lo que les dicen. Y nadie les había dicho que tenían que cuidar que nadie se estacione. Por otro lado, tanto el ingeniero como el arquitecto sabían que los obreros funcionaban así. Con tareas específicas y simples. Sólo bastaba una indicación y Juan iba a decirle a un ayudante que se quede parado en la puerta solamente para eso, tarea que el ayudante iba a desempeñar gustoso, mientras que sintiéndose responsable miraría pasar las chicas mataba dos pájaros de un tiro. Pero nadie había dado la indicación y la realidad era que la hormigonada se había perdido y todos los responsables sabiéndose en cierta manera culpables miraban para otro lado y pensaban que en realidad no lo eran. El único culpable era él. El ingeniero que estaba pidiendo explicaciones a sus inútiles. Culpable por no haber dado la indicación, culpable por haber contratado gente inepta. Culpable por no haberse quedado en la obra cuidando que nadie se estacione, pero culpable o no estaba más caliente que un minero chileno después de 33 días de estar encerrado en un agujero a más de 700 metros de profundidad. Y toda esta manga de inútiles no le iban a aportar ninguna solución. Cinco pollitos sumisos a su alrededor lo miraban con cara de excusa, incluso el arquitecto, un tipo grande y con años de experiencia, intentaba dar unas estúpidas explicaciones del porqué había optado por llamar a la policía, el ingeniero lo miraba hablar mientras escuchaba a su propio pensamiento y llegaba a la conclusión de que no tenía ningún sentido. La realidad era que a nadie le interesaba un carajo cuanto se perdía o se ganaba mientras que le paguen el sueldo. De los negocios se encargaba el ingeniero, y nosotros estábamos ahí dispuestos a hacer lo que el tipo nos diga.
Decinos como construir un edificio y lo hacemos. ¿Acá hago el pozo? ¿De 3 o de 4 de metros de hondo? ¿Le pongo hierro del 16 o del 20 a esta columna? Te hago lo que me pidas. Hago todo lo que me pidas con el único objeto de no ser el responsable, no te lo digo eso, pero te aseguro que no me voy a hacer cargo de mis errores, porque mis errores son tuyos, pues vos me contrataste para que yo te haga lo que me pidas. Y ahí está el ingeniero, contratando un calculista que le diga que hierro tiene que poner en la columna que da al frente, y que por sobre todas las cosas firme y se haga cargo de un posible error, y ahí está el calculista, metiendo medidas en un programa de computación preparado en excel, X + Y por peso específico, por densidad del suelo con variable térmica = Cuatro hierros del 16 con refuerzos del 10 cada 10 centímetros.
Y ahí está el calculista, haciéndose cargo de sus cálculos a través de un programa de computación, cosa rara eso, ahí ya no hay culpables, si el programa falla…
Ya está. No hay legislación ante eso. O se está armando, o no importa. En caso de que en un futuro surja algún problema con la obra, y ese problema tenga que ver con la empresa constructora, y a su vez tenga que ver con el cálculo de los materiales, y a su vez tenga que ver con el programa de computación, recién ahí se buscará una ley que los contemple, por ahora es así. A los premios. Se confía en el tipo que hizo el programa de computación que decide que hierros se tiene que poner a tal distancia.
Todo se realiza derivando responsabilidades, todo se firma y siempre hay responsables ante un posible derrumbe, pero la realidad es otra, la cadena de firmas termina en un remito del que nadie se hace cargo, no hay ninguna cláusula en el contrato que diga quien va a pagar el hormigón si un auto se estaciona delante de la bomba, no hay cláusulas de coimas a la policía, la construcción tiene esas cosas, cuesta.
Los inversores ponen su dinero en el pozo y reclaman. Estoy metiendo 40.000 dólares, quiero por lo menos vender el depto en 50.000...
Pero las cosas no son así... todo va cambiando, no era tan simple como creías... los permisos de construcción se dilatan, hubo un derrumbe la semana pasada y ahora ya no habilitan... a no ser que para agilizar el trámite pongas 50.000 pesos, 50 lucas!!! que hay que poner en efectivo. Sin recibo.
Y el grupo de inversores pregunta y desconfía, y llora su inversión que subió un 10%, un 20%, el tipo pensaba poner la guita y ya, y ahora hay una serie de problemas que al tipo le importan 3 huevos... ¿qué mierda? ¿qué culpa tengo yo si al imbécil del constructor le hicieron una multa por estacionar el camión hormigonero en doble fila?
Dentro de la cadena de la industria de la construcción podemos definir al inversor como el peor de los mierdas, los tipos en general tienen negocios en los que les va “bien”, y deciden invertir el dinero sobrante no en su negocio que les va bien, sino en la construcción, pues parece que su negocio en los que les va bien no merece más dinero, o al menos no merece su propio dinero, y entonces esperan, que el negocio ajeno les de más dinero que el suyo, del cual no participan y solo esperan que el constructor aparezca después de SEIS meses y les rinda la inversión más beneficio, y los tipos ponen las cuotas y esperan y exigen.
Escuchame, el edificio que vos me propusiste construir costaba 870 dólares el metro cuadrado, y ahora me estoy dando cuenta que estamos en 1240 ¿como es esto?
Mirá, el precio de venta está en 1730 el metro cuadrado, la inversión sigue siendo rentable, pero entre la incidencia del terreno que trepó a un 40 por ciento, y los metros que la ley, después del derrumbe de Villa Urquiza, está exigiendo construir las cosas cambiaron y ahora no es que de 870 pasás a 1730 sino que de 1390 pasás a 1730, es decir, ya no ganás un 98% de tu inversión sinó un 27%, hubo inflación en el medio, y una multa, y una hormigonada que se perdió y de cada 100 pesos que pusiste y pensabas cobrar 198 ahora cobrás 127, el doble de lo que te paga el banco, pero bastante menos que tus ambiciones.
La realidad es que la empresa constructora en la que yo trabajaba no hacía solamente trabajos de construcción, debía lidiar con esas basuras por sobre todas las cosas, yo veía al ingeniero pelearse con inversores que nada sabían de construcción teniendo que explicarles cosas tan básicas como que si hacíamos el edificio con ladrillo hueco, iba a haber más probabilidades de futuras filtraciones que si lo hacíamos con ladrillo común, ...y hacelo con ladrillo común... respondía el tipo, pero es que si lo hacíamos con ladrillo común el precio se elevaba un 3,5%, y ese 3,5 era más que arreglar 10 veces las posibles filtraciones, en consecuencia, los tipos exigían edificios de calidad “10” pagados con precios “6”, recuerdo al hijo de uno de los inversores, al cual su papá le regaló el departamento diciéndome: ¿vos sos el encargado de mirar que los departamentos estén bien?. Sí... puede ser... porqué me lo decís? Te cuento, yo cuando me acuesto en mi cama me mareo, ¿ves? y me marcó que la línea que dividía la pared del techo no era una recta perfecta, pues el color cremita que estaba pintada la pared, se introducía dos o tres milímetros en el blanco del techo y viceversa, un detalle que el más hinchapelotas de los exigentes tardaría en descubrir, pero que el tipo, en sus noches de soledad mirando el cielorraso se sentía con el derecho de exigir para que su departamento esté perfecto, el mismo tipo que tenía calzoncillos en el piso y platos sucios que me daban arcadas, me pedía que el ángulo de la pared y el cielorraso no tengan ese milímetro de error que produce el pincel, y lo peor es que me la tenía que bancar. Él era un inversor, y los inversores eran los que en definitiva nos pagaban el sueldo. Gente basura, que se cree que por tener dinero tiene el derecho a tratarte mal, y lo peor de todo es que lo tenía, porque yo tenía la orden de decirle a todo que sí, Sí pelotudo de mierda, Sí forro del orto, mañana te traigo un pintor que te arregle tu gran problema, ¿te pinto el calzoncillo empalomado así las chicas que nunca vienen a tu departamento no ven tus sucios pedos? Como no, conchudo, mañana viene el pintor y te va a también pintar los platos de blanco, así no se nota que no los lavaste. ¿Sabés qué? tenés razón. Mi trabajo es dejarte el departamento joya y fallé. Cometí un error ¿Querés que te marque todos los errores que cometí? ¿Querés que te diga que como no me daban las medidas le saqué un ojo al ladrillo del ocho y ahora vas a escuchar a tu vecino cuando se tira un pedo? ¿o pensás que eso no es un error y crees que tu departamento era tan barato porque soy bueno? No hay bondad imbécil. Vos no sos bueno. En tu negocio, de vender computadoras, cagás a la gente, yo lo sé, porque te compré una computadora pensando que estábamos en la misma y me cagaste. ¿o no te acordás gil? Los departamentos que hacemos son de Durlok, tus computadoras son basura, no hay muchas vueltas, no hay mentiras, esto es la realidad... ¿ganamos guita? entonces callate la boca, gato.