lunes, 2 de julio de 2012


Increíble lo que estaba pasando, 50 personas en el medio de los médanos fundando Puerto Quilombo, una banda de intelectuales snobs, se podría decir en algunos aspectos, o una grupo de artistas quilomberos, según quiera interpretarse. Pero el hecho es que los años y años de laburar juntos en proyectos que no sabíamos muy bien a qué apuntaban nos habían depositado entre Cariló y Villa Gesell en esa noche de verano ahora en derredor de algunos fuegos y meditando. Desde 1998 funcionaba el grupo Etcétera, hoy casi disperso, pero con sus integrantes activos, algunos más, otros menos, pero haciendo lo que se puede, Checha quizás pasándola mal, sufriendo el síndrome de Artaud… artado de la sociedad…
¿y los demás? muchos acá. Cristian con Milena Berlín, La Negra, Ariel, Aguja, Polo, Fede, Loro, Arbit ¿Quién me queda? ¿Marquitos el Stone? ¿Dafne? ¿Orge? ¿Quiénes más de aquella época que no viví pero que ahora empiezo a pensar en una Buenos Aires pequeña como un pueblo en donde todos se conocen? y todas las cagadas que te mandaste se pagan, y todos los proyectos en los que participaste se cruzan, entonces nosotros, que estamos construyendo un mundo paralelo nos la empezamos a creer, porque a todos los lugares a donde vamos nos cruzamos a los mismos, que estamos cada uno con nuestra historia pero que increíblemente esa historia va hacia allá.
Sebastián estaba ahí. Sebastián, un tipo que te miraba a lo Néstor Kirchner, pero sin ser virola, si de copyright se hablara creo que le debería pagar la mitad de las ideas que tuve por derecho de autor, lo vi por primera vez en el 2001 en la Casa de la calle Niceto, o centro cultural el Mate, esa noche vino a dormir a mi casa y al día siguiente agitamos una manifestación en el barrio de La Boca en contra del G8, todo seguido, con Los Carniceros tocando en vivo.
Me lo crucé dos años después, en un acampe o resistencia de algo, estaba haciendo un álbum de figuritas coleccionables denunciando toda la corruptela de los centros de estudiantes de sociales de la UBA con la agrupación Molotov. Voto lo más, a molotoV. Luego, después de casi tres años de no verlo, me llamó en marzo de 2006 y me dijo sin casi decirme hola…: Strucchi… viste los pibes de Maldita Ginebra que hacían la contraferia…
Sí Sebas, Charpentier y Urruspuru… decime, ¿qué pasa? le respondí en el mismo código, como si los años no fuesen más que días, y las personas no fueran más que una misma persona, a la que se la respeta, se le responde con la verdad y se le apuesta en la construcción de una vida conjunta, entre tods, porque apenas llegamos a algo…
Bueno, en fin, hace un par años que Charpentier y Urruspuru suspendieron la Contraferia por falta de asistentes… ¿qué te parecería reflotarla un poco…
Dale, dale, estoy al tanto, me gusta la idea, vamos para adelante…
En ese momento estaba trabajando para El Culebrón Timbal, o quizás para mí mismo, o quizás para el universo, lo mismo da, cierto es que andaba haciendo un relevamiento de centros culturales en la Capital Federal y juntamos un poco de esa data, y otro poco de la data de Sebas, y partimos para la zona Barracas, La Boca, Catalinas a comentar un poco el proyecto de reflotar la Contraferia, fue una hermosa gira, más que nada como para reencontrarnos entre nosotros, caminábamos desde La Gomera a Los Compadres del Horizonte, pasando por la biblioteca de la Boca y la FLA, con una pequeña propuesta, y charlábamos y birreábamos y caminábamos. El Sebas y yo decidimos en esos tiempos que íbamos a hacer algunas cosas juntos. Sobre todo las más sinceras, es como que nos juramos una desconfianza eterna, así era la cosa con el Sebas. Así de hermosa. Un Ying y Yang permanente, pero encontrándonos en Ying, en Dionisio, en el aura, en el vamos para allá sin saber muy bien a donde queda…
Luego todo fue un poco más virtual, veníamos embalados con Poesía de Miércoles, Javito, Ábalos, Nadia, Juan X, y Om, y las ferias de discos independientes que armaba EZE en La Tribu a la cual estábamos empezando a meter libros, entre tods empezamos  a darle masa, VAMOS A POR LA CONTRAFERIA y así es que cuando llegamos a la puerta de la feria del libro tradicional éramos como 15, y estaba Charpentier también, y Merluza, y Diego Rojas y Anahí y Martín, y la FLA y Eloísa y Arbit y Guillo y Raymond y Xuan, y Dafne y no sé cuantos más, o si no estaban era como que estaban porque todos estábamos ahí empujando el proyecto desde algún lado… No era que estábamos contentos participando de esa primera FLIA, estábamos eufóricos, todas las reuniones eran acompañadas por hectolitros de birra y la gente que simplemente llegaba con algunas ideas se autoexpulsaba al caer en ese núcleo eléctrico formado por diferentes neuronas que chocaban sus cargas produciendo cortacircuitos que emanaban su energía hacia los cuatro costados, hacia arriba, hacia abajo y hacia las diagonales también, difícil parecía meterse ahí adentro, difícil, pero no imposible, era como meterse en un pogo, una vez adentro no podés permanecer quieto si querés que la cosa continúe, pero tampoco podés estar mucho tiempo porque te cansás, ¿cómo sostener ese pogo? estando, invitando, aguantando, buscándole la vuelta…
La realidad era que no nos aguantábamos más, teníamos como un deseo y una necesidad de mostrar nuestro arte y no teníamos posibilidades, veníamos de capa caída, el 2001 había pasado y había pasado el 2002 y el 2003 y el 2004, y el colectivo de la revolución se estaba yendo, primero se habían subido los del PO y los partidos de Izquierda, en la parada de Parque Centenario durante la Asamblea Interbarrial, no quería avanzar el colectivo con tanto peso, y nadie se quería bajar… Nuevos Colectivos, esa fue la respuesta, más ágiles, más rápidos, más chicos, y con menos experiencia… todo eso en un contexto político nacional que también se estaba modificando: como en un equipo de vóley, Duhalde rota dejando la conducción a un perejil que nadie conocía, un tal Néstor Kirchner. No va más. Te cargaste a Kosteky y Santillán. Dual derrota, es nuestra oportunidad, pero la dejamos pasar, lo dejamos al perejil, vino con pilas, sacó la fotito de nuestro abuelo que nos violaba de la billetera, qué sé yo, el país estaba desarmado y todos los lugares que existían para contenernos no existían, hasta incluso habían prohibido el rock en Buenos Aires después de Cromagnón. ¡El RockandRoll!, parece increíble, pero lo habían logrado, y las bandas intentaban juntarse, las Músicos Unidos por el Rock, la Unión de Músicos Independientes, pero no me quiero meter en la música, ya bastante teníamos nosotros los escritores, ¿Cómo poder decirle al mundo que escribimos? ¡Cómo decirle aunque sea a un editor que escribimos! Nuestros libros ahí realizados y nosotros, los escritores, teniendo que ir a los bares y plazas y playas a decirle a la gente ¡ey, somos escritores! ¡Queremos escribir!
La FLIA en la actualidad es una Feria del libro Abierta, se realizan una veintena de FLIAs en diferentes ciudades de la Argentina, algunas como La Plata, ya están haciendo la décima, hubo FLIAs en Santiago de Chile, en Bogotá, en Montevideo y en más de 20 ciudades de Argentina y dicen que se está organizando una en Istanbul, instituciones como la SADE o incluso la SEA, dejan fuera a montones de escritores, ahí estamos nosotros, no porque no queramos sino porque no tenemos otra posibilidad, no tenemos dinero ni trayectoria, ni sabemos donde queda la sede, de la Sea o la Sade, o la sado pero somos muchos y sabemos organizarnos, despacito, editamos libros, de los pibes y pibas que están escribiendo, por todos lados, como conejos, por suerte.
El Sebas era de esa escuela, de la escuela de Mangieri, no por nada lo llevó a conocer esa primer FLIA, El Sebas llevando al viejo Mangieri del bracito a conocer la FLIA, y luego a la charla, a la que no fuimos más de diez personas, meses después murió Mangieri, un tipo al que le di la mano y lo escuché hablar en la primera FLIA. El Sebas era todo, no por nada tenía esa miradita de Néstor mientras se rascaba la barba y decía simplemente una ironía, no, es que no era una ironía, Sebastián venía y te decía: el gordo éste está en mi casa todo el día comiendo y no hace nada y se le rompe el inodoro y apaga la luz de la casa y se va, yo no entiendo nada como es esto Strucchi. ¿Somos escritores independientes o qué?
O qué, era seguramente la respuesta. Las nuevas generaciones del blog. Del fotolog, del second life, del Facebook, del Twitter, de lo que sea, pero seguimos haciendo libros viejo, los escritores queremos hacer libros, que los editores hagan e-bock, yo quiero libros. A la mierda.
Dentro de todo lo que fue la vorágine del arte en la década del noventa, el grupo Etcétera supo hacerse de un lugar a través del arte político. Las acciones junto a la agrupación H.I.J.O.S. durante los Escraches, -y ahí me podría adentrar dentro de una disputa que ocurre en lo que es el nacimiento del los Escraches, diciendo que el grupo Etcétera tiene una alta influencia en ese concepto- sin dejar al GAC afuera, ni a los Iconoclasistas, aunque en esa época eran parte de lo mismo, todos, los Escraches, HIJOS, etc…
En fin, Etcétera, como todo grupo fue mutando y en el 2005, durante la cumbre en donde vino Bush a Mar del Plata, surgió desde sus entrañas el Errorismo, por error…
Loro y Fede habían tomado ese concepto, y recibían muchas críticas al respecto, pues varias galerías y muestras de arte del mundo intentaban “comprar” ese arte político, pues el concepto en ciertos ámbitos del mundo artístico de vanguardia se basaba en eso, comprar idea, ¿Pero como se compra una idea? ¿un concepto? Fede era por sobre todas las cosas un buen “actorcida” y Loro era estrategia pura. En eso se basaba el Concepto. Vender la “no obra”, pero recibir dinero en euros, y exponer obra también, por sobre todas las cosas, el Teatro Mágico en Amsterdam, las Siluetas en Hong Kong… no estoy chamuyando, el errorismo es así, está entre nosotros y nos brinda muchas más posibilidades de las que creemos que nos puede dar, y ahí estaba el punto: pues Puerto Quilombo era un concepto, era la fundación, no el pueblo fundado, era el hecho de fundar un pueblo como se hubiese hecho siglos atrás, pero sosteniéndolo como hecho artístico, y el sueño era sostenerlo y sostenerlo hasta que el pueblo se funde en realidad, al principio con el apoyo de la fundaciones, pero después, sabiendo que íbamos a perderlo, no nos quedaba otra cosa que el aguante. El meternos en el pogo, estar y estar y estar durante el invierno también, logrando hacer el país propio, con nuestras plantas de marihuana, con la entrada prohibida a la yuta, pues en Puerto Quilombo hay una ley y es que no queremos armas, si querés, dejá el arma a tu compañero y pasá y contale a quien sea lo que quieras, no tenemos miedo, ni armas, ni las queremos.
¡Cuanta gente que nos cruzamos! Cuanta gente que nos cruzamos en otra épocas y ahora más grandes y maduros nos seguimos cruzando… Nos seguimos cruzando en este quilombo…
La cooperativa de fotógrafos era un mundo a parte, el mundo de la fotografía era un mundo a parte, de la misma manera que hago este “libro en construcción”, podría hacer un libro entero del “mundo fotografía” ¿Qué hace a uno ser fotógrafo? ¿Cuál es el momento en el que uno decide ser fotógrafo? En esta era digital en donde parece que cualquiera es fotógrafo, alguien, entre toda esa masa de parientes con cámaras digitales sacando el momento de soplo de las velitas y el brindis, alguien decide que la copa esa del primo ston, desenfocada para dejar en cuadro a la cara de la maquillada tía es una foto genial, y ahí se gesta la cuestión. No hay más que hablar. Y todo una manga de gente que se creía fotógrafa estaban protestando el 19 y 20 de diciembre de 2001, y tenían bronca, y sacaban fotos, y estaban en indymedia y pensaron las cosas de otra manera y se unieron en una cooperativa, Sebas, Walter, Martín, Tristán, Nancy, Gero, Gaby. Enormes cantidades de gentes que íbamos conociendo día a día que se acoplaban a la mente como la alegoría de la caverna. Una sola idea de persona amiga que representa a todas las demás, y entonces la forma de relacionarse pasa a ser otra, ya no son individuos con los que se habla sino que es una misma persona que representa esa idea de hermandad, tods son ese Platón que nos imaginamos por la escultura, todos somos ese humano medio que levanta los brazos como el dibujo de Leonardo da Vinci, a favor de la paz y en contra de las armas, pero estos mierdas siguen pisoteándonos y dejando hacer, no aprovechan su lobby para ir en contra, sino que lo aprovechan par dejar hacer, dejar meter a Windows en Irak, dejar meter a Subway en Afganistán, dejar meter a la Hallyburton en la policía bonaerense, dejar meter a Sarkozy en Francia, la pura mierda. La peor gente. Nada tenés que hacer si estás leyendo esto y estás de acuerdo con ellos, dejá de leerlo. Vete.

miércoles, 7 de marzo de 2012

Echar a una persona

La primera vez que eché a alguien fui un hijo de puta. La última también, (nunca que se echa a alguien se puede ser buena persona) pero fui un poco más considerado. Siempre que yo entraba a las obras lo hacía de buen humor, y el día que tuve que echarlo a Felipe no fue la excepción. Realicé humoradas con las diferentes personas que me iba cruzando, humoradas en un punto, y en otro punto puestas a punto, es decir, cuando toco el timbre y me abren la puerta y quien me la abre no tiene casco, la humorada pasa a camuflarse con la cagada a pedos,

-Que pasó Pinky, no había turno en la peluquería, los que están alrededor se ríen. Siempre se ríen.

-Pero señor Pablo, es mi peinado este, los que están alrededor se vuelven a reír.

-Y si te ponés el casco se arruina. ¿No? Los que están alrededor ser ríen, aunque uno no tiene casco y se pone serio automáticamente.

- Dale che, pónganse el casco, que vamos a ir todos presos…

Luego voy transitando la obra recordando las palabras del ingeniero… Llevale dos bolsas de cemento mientras llega el camión, decile a Felipe que mande el telegrama, y contame los metros cuadrados de azulejos de las cocinas de los departamentos “b”. Las bolsas de cemento ya las había comprado y estaban en la planta baja, me encontraba en una de las cocinas de los departamentos b, midiendo los azulejos, había dejado para lo último lo de decirle a Felipe que mande el telegrama. 1,70x2,20. 1,30x2,20 y 3x2,20. Eso era todo, a me faltaba descontar el bajo mesada, en donde no colocábamos el cerámico. Estaba haciendo la cuenta del bajo mesada y aparece Felipe:

¿Cómo va Felipe, todo bien?

Si señor Pablo…

Che Felipe… escuchame, (Felipe interrumpe su caminar y me mira para escucharme)

lamento decirte algo, (le digo mientras abro mucho los ojos) él los abre de otra manera… casi tristemente… mi alegría o buen humor se disipa como por un culo diarreico, intento una última sonrisa, es en vano. …ya no hay más trabajo… el tipo se queda callado mirándome. No hay más trabajo. Vos sabías que esto era así. El grupo de hormigoneras ya no trabaja para nosotros y vos entraste con ellos, la obra se terminó. Ya no hay trabajo, es simple.

Y Felipe nada. Como si lo que hubiese dicho haya sido en otro idioma…

¿Qué hacer ante eso?... es decir, mi jefe me había dicho, decile a Felipe que mande el telegrama, pero no era tan simple aquello… quizás si le hubiese dado una orden… Ché Felipe: Mandá el telegrama de renuncia hubiese sido efectivo, pero nadie me podía mandar a hacer ese trabajo, nadie me podía mandar a hacer ese trabajo tan cruel… pero ahí estaba ahora diciéndole a Felipe, al mismo Felipe que después de dos meses de trabajar en la empresa se operó de la rodilla, y estuve seis meses encontrándome con sus señora en Chacarita que venía con 5 o 6 hijos, para darle su sueldo, y que ahora, ya dado de alta había vuelto al trabajo, un trabajo de ayudante que ninguno en la obra requería, demasiado inútil era Felipe, ni para ayudante servía, lento en su forma de hacer las cosas, para nada simpático y de mirada desafiante, los oficiales bolivianos o paraguayos no se sentían a gusto trabajando con él, y entonces estaba delante de mí, desafiándome con la mirada, perdí.

No voy a renunciar, me dijo.

No estaba eso en los planes, no supe bien que hacer. Opté por lo más fácil:

Julio ¿podés hablar? decime estoy acá con Felipe, no quiere mandar el telegrama de renuncia ¿tiene todos los recibos firmados? si, firmó todo, incluso los de las vacaciones hablá con Juan Carlos a ver que te dice, tratá de que le mande el telegrama, no quiero saber más nada con ese tipo… okey Julio, ahora hablo, después te cuento dale.

Juan Carlos era partidario de que Felipe mande el telegrama, pero cuando le conté la negativa dijo: crucemos los dedos, y se lo mandó él.

Al mes Felipe mandó una carta documento, decía que no le habían pagado ni uno de los días que estuvo con la enfermedad, ni el aguinaldo ni las vacaciones y que no le habían entregado ropa ni provisto de elementos de seguridad, a parte de que se consideraba despedido sin razón. La cuestión era que Felipe había trabajado por dos meses, había hecho un parate de seis meses y había trabajado otros dos. Pues bien, la ley decía que se debía entregar ropa cada seis meses y si bien Felipe tenía firmada una entrega de ropa, había trabajado dos meses con la ropa recibida hacía ocho, esa diferencia obligó al ingeniero a poner alrededor de 15 lucas, 3 se llevaba Felipe con mucha suerte y el resto, abogados y costos judiciales.

Todavía recuerdo los ojos de Felipe sosteniéndome y venciéndome la mirada… fue el primero… con el tiempo aprendí a echar:

Mirá Acuña, te cuento como viene la mano, esta obra se termina… en dos semanas no va a haber laburo para nadie… vos venís trabajando bien, pero no se trata de eso, es que se termina el trabajo, pero parece que en dos meses sale una nueva obra, si vos terminás bien con la empresa, seguro que te vamos a llamar de nuevo, si vos mandás el telegrama vas a recibir el fondo de desempleo y por ahí un plus… no sé, pensalo, quizás te conviene… en dos meses te estamos llamando…

Todo una burda mentira. Jamás un empresario va a llamar a un ayudante y meterlo en la obra. A los ayudantes los eligen los oficiales, los encargados, ellos se “encargan” del pariente… si el yerno es medio boludo no importa, ellos lo van a sacar bueno. Acuña era un queso. Marianito lo ayudó porque era su vecino y Marianito se ensartó, y Marianito no sabe como sacárselo de encima, pero Marianito no es capaz de echar a nadie, no puede, no sabe, no debe, el Ingeniero fue el que en realidad contrató a Acuña: Mariano, traete un ayudante, y Mariano trajo a Acuña, su vecino que buscaba trabajo, parece buen tipo, mandan a los hijos al mismo colegio. Y el Ingeniero ni conoce a Acuña, apenas los vio una vez, desde lejos, simplemente dio el visto bueno para que lo contraten hace seis meses y ahora da el visto ¿bueno? para que lo echen. Yo fui quien le hizo firmar los papeles, yo fui quien le entregó la ropa, quien llegaba con su sueldo, quien le prestó una plata para que venga su mujer de Paraguay y por ende yo soy el encargado de decirle que no tiene más trabajo, que la empresa lo va a llamar dentro de dos meses, y la verdad es que pasan los meses y el trabajo arranca y cuando están buscando un ayudante yo les hago acordar de Acuña, les digo a los oficiales que Acuña está libre y los oficiales me dicen que a ese ni en pedo y Acuña me llama a mi celular y me dice: ¿Y Pablo, hay trabajo? –Mirá Acuña, está difícil, y no sé si seguirle mintiendo o decirle la verdad, y entonces tiro la pelota al medio, como un cobarde.

La primera vez que eché a alguien fui un hijo de puta. Mi inexperiencia y la falta de tacto lograron que el tipo haga juicio y se lleve unas 3 luquitas, la última vez fui un buen tipo, le prometí un trabajo que nunca apareció y le di 200 pesos en compensación o coima, platita fresca y rápida que apaciguó los humos y dejaron que todo fluya…


miércoles, 4 de enero de 2012

Recta Final.

Ricardo Becher.



Ricardo Becher se interna en un geriátrico en el año 2009. Allí tiene un “cubículo” en donde se instala con una computadora a ver películas, realizar neoexpresionismo digital, recibir amigos y por sobre todo escribir Recta Final. Ricardo Becher fue profesor en la Universidad del Cine, director de Tiro de Gracia, (la primera y única película beat del cine nacional) y escritor, entre otras de La Séptima Década, en su última etapa. En Recta Final cuenta sus dos años de internación en el geriátrico, la más cruda y real crónica sin un ápice de ficción. Es en la misma crónica que este libro empieza a tomar forma y en donde también empieza a dibujarse el documental, también intitulado “Recta Final” que acompaña la edición de este libro (o viceversa). Todo está ahí relatado en vivo y en directo. Ricardo termina esta crónica en febrero de 2010, fallece en agosto de 2011, bien cuenta estos últimos momentos Tomás Lipgot en el segundo prólogo del libro: “Cuando el Negro me llamó para avisarme que iban a llevar a Becher al hospital de urgencia, no me sorprendió. Hacía tres semanas que no escribía nada, y eso era grave. (…) cuando estaba esperando para ser ingresado, lleno de porquerías médicas en su cuerpo, el Negro me dice que Becher quiere hablar conmigo. Todo pintaba a despedida: intercambiamos algunas expresiones del mutuo cariño que nos profesábamos y dificultosamente dijo: “Tommy, en la parte de la novela, (esta que ustedes leerán) cuando cito el cuento de Kafka, Informe para la academia, ahí cambia…” Eso era Becher. (…) El fin se acercaba. Matías Reck –coeditor de esta edición- muy generosamente ofreció hacer una tirada de un par de ejemplares en escasos días. Luis Chitarroni escribió un prólogo en tiempo record. Así fue que Becher vio impresa su obra Recta Final, El Negro se la leía a diario. Decidió irse, en un movimiento maestro, llegando a tres cuartas partes de la novela. (…)”

Matías Reck es el editor de Milena Caserola con el que tengo una comunicación telepática, pero no en el sentido “literal” no es que quiero comunicarme con él o preguntarle algo y simplemente pienso, ¡por favor!, mi comunicación telepática pasa por saber trabajar en conjunto sin tener ningún tipo de reuniones ni acuerdos. A través de Tomás Ligpot, Gustavo Sidlin y Tomás Larrinaga, todos parte del proyecto de Becher y a su vez integrantes de la FLIA (Feria del libro independiente y )a(, es que Matías entra en contacto con “Recta Final”, fue una de esas primeras impresiones que Matías, en su comunicación telepática, me pasó y me dijo: “Pablo, este libro te va a gustar, vamos a coeditarlo con Milena, el asunto y duermevela, la productora del documental”. Empecé a leer el libro, tranquilo, lo tenía en el baño, leía de a dos o tres páginas por día. Matías me avisó que Becher se murió, seguí leyendo el libro, me fue atrapando, lo saqué del baño y lo llevé al auto, ahora eran filas, barreras, almuerzos, Becher seguía relatándome sus días en el geriátrico e iba internándome en su vida cada vez más aburrida y alucinante, los últimos respiros de Becher no eran más que un empuje a seguir creando, y como bien dijo Tommy, “en el cuento de Kafka, cambiale la cita y …”

No tuve el gusto de conocer a Becher en persona, si hubiese leído este libro antes de que se muera, lo hubiera ido a visitar, pero no fue así, sin embargo, siento un enorme orgullo de ser parte del grupo editorial: milena caserola, )el asunto(, y duermevela, que estamos dando a conocer este excelentísimo combo DVD + libro. Como a Becher le hubiera gustado, la creación sigue naciendo desde las profundidades del submundo, un combo que “al sistema” le gustaría poseer, pero que paradójicamente nos deja en nuestras manos, pues vuelve a rechazar a la verdadera cultura y sin quererlo nos da un empujón, a Becher, a los muchachos del neoexpresionismo digital, a Larrinaga, a Gus, a Marino, al Negro, a Matías, a mí, a tantos, desde la Recta Final Ricardo sigue escupiendo, desde las increíbles imágenes con Javier Martinez hasta la costanera y Guns and Roses, parodiando a Terminator y la maquinaria Hollywood, Becher sigue machacando, a su manera, dándole y dándole mecha hasta el final. Quedará de Ricardo esta gran obra, quedará Tiro de Gracia, El Gauchito, como él dice, La Séptima Década. quedará el neoexpresionismo digital, o quedará este grupo, de Tommy, y Marino, y Larry y Gus, y no sé cuantos que lo siguen y refrescan permanentemente el que fue un gran artista y agitador cultural, Ricardo Becher, para los que no lo conocen Recta Final es una gran manera de acercarnos al mundo de la senilidad y el ocaso de la vida, contada en este caso, por un gran cineasta underground en la década de setenta, viviendo en un geriátrico mientras le cambian los pañales y lo llaman a tomar la leche. Para los que lo conocen puede ser una clase más de su maestría, y para lo que no lo conocen también. Recta Final de Ricardo Becher. Un libro que me atrevo a recomendar.